La deuda pública ahorca al peso
No debe optarse por más endeudamiento para rescatar a las grandes empresas y cargar sobre las nuevas generaciones su pago; pero tampoco es la mejor medida no utilizar la deuda y el gasto de manera diferente para detener los graves impactos que se reflejan en la crisis económica y de salud
La Carta Robada
Por Emilio López Gámez (*)
Especial para Cananea TV
Jacques Ranciere en Tiempos modernos (ensayos sobre la temporalidad y la política) analiza el concepto de tiempo asociándolo a diferentes temáticas como la comprensión del tiempo ligado a la capacidad de los hombres de percibir al mundo, entenderlo y transformarlo. El análisis nos lleva también a la comprensión del presente, a la manera en que ese presente depende de un pasado o puede romper con ese pasado y define o redefine un futuro.
Esto último (transformar la realidad) se observa cuando, en la segunda mitad del año, y no hace tres meses atrás, abre el gobierno de la 4ta T., la posibilidad de contratar deuda (en caso de rebrote de la pandemia).Sabemos que se ha registrado un fuerte debate sobre si el gobierno debe o no endeudarse, para atender las diferentes crisis que enfrenta.
El gobierno con ese cambio de decisión rompe con el pasado cuando ha rechazado endeudarse para evitar otro Fobaproa; fondo que se usó en la crisis del 94, para rescatar a las grandes empresas, con el artilugio de beneficiar a los ahorradores.
DEUDA PERVERSA DEL FOBAPROA
Esa deuda la seguimos pagando. Este es el resultado de endeudamientos perversos: En el presupuesto de egresos 2020 se incluye el pago de más de 43 mil millones de pesos que vienen de aquel proceso de rescate que fue el Fobaproa; dinero que va a los bancos. Ese dinero, representa más de 4 veces el programa de producción para el bienestar en el 2020, el cual es el programa clave para México en la producción de alimentos. Y si lo vemos bien, esos 43 mil millones son equivalentes al monto de ese programa para todo el sexenio.
Al momento en que el gobierno argumenta romper con el neoliberalismo, estaría en condiciones de romper con el manejo del tiempo y la forma en que se suceden los eventos y su conexión, y por lo tanto, abriría la posibilidad de generar una forma diferente de operar, por ejemplo, el endeudamiento y el gasto.
En la crisis del Covid, el manejo del tiempo también ha sido diferente en el caso de la anterior pandemia y la actual y eso ha creado mucha controversia. En el fondo de esa disputa está el tema de la deuda y el gasto público. Con la caída del gasto algunos ciudadanos ven en ello la causa de la falta de equipos y medicinas ante la crisis.
Ante la caída de la economía y la crisis de salud, lo mejor es crecer ya que aunque el gobierno no contrajo deuda excesiva en toda la primera mitad del 2020, el endeudamiento del país crecerá porque el PIB va a caer (ya que la deuda se define como porcentaje del PIB). La deuda actual ronda los 12.3 billones de pesos, en tanto que el PIB de México es un poco más de 24 billones de pesos. En el mes de julio, hay quien plantea que la deuda podría representar en el 2020, 60% del PIB; y éste podría caer, al final del año, entre un 8% y un 10%.
Hoy puede darse un manejo diferente a la deuda y el gasto público. En el libro Modelo de Desarrollo Alternativo, El gasto Público Rural 1980-2018, prospectiva 2018-2024, publicado por la Universidad Autónoma Chapingo (autores José Dolores López B. Emilio López Gámez y otros), se llevó a cabo un análisis de la crisis del 2008. Para hacerle frente, la mayoría de los países, contrajeron deuda y aumentaron su gasto público, pero la desigualdad prevaleció.
No puede ser hoy que se opte por utilizar el endeudamiento para rescatar a las grandes empresas y perpetuar la desigualdad cargando sobre las nuevas generaciones el pago de deuda. Pero tampoco es la mejor medida no utilizar la deuda y el gasto de manera diferente para detener los graves impactos que se reflejan en la crisis económica y de salud.
LA AUSTERIDAD Y EL DESCONTENTO SOCIAL
Está claro que contraer el gasto, tiene varios impactos, entre ellos la austeridad en la estructura del Estado, y en las políticas públicas, lo cual ha sido contraproducente, y se expresa en el descontento de los ciudadanos; austeridad que han cuestionado médicos, burócratas, investigadores, artistas, campesinos, pescadores, empresarios con sentido social, trabajadores formales e informales, además de que una política de reducción permanente del gasto no es sostenible social, económica y ambientalmente, como no lo fue el manejo infame de la deuda en otros tiempos.
El tema de la deuda y el gasto se asocian como vimos con los impactos de la crisis. Datos de BM, Cepal, Inegi, Equide,Coneval, BBVA, entre otros, nos permiten argumentar que no sería recomendable esperar otro rebrote para ampliar el gasto: grave reducción del empleo, marzo-junio, pérdida de 1.1 millones de empleos formales. Para abril de este año se registraron 10.4 millones de empleo informales perdidos; pérdidas que se concentran en trabajadores de bajos niveles de ingreso.
Es necesario reorientar las políticas ya que en la crisis, uno de cada 3 hogares, han perdido más del 50% de sus ingresos. Se registra aumento de la pobreza, 9.5 millones de nuevos pobres. En pobreza extrema 7.9 millones de nuevos pobres; aunque otras fuentes pronostican más, entre 6 y 16 millones. Más de 600 mil empresas en junio se encontraban paralizadas temporalmente o no recibían ingresos.
Ello nos podría llevar a reorientar el gasto, en lugar del rescate de las grandes empresas, al viejo estilo, hacer énfasis en el apoyo al trabajo formal; los trabajadores informales y los apoyos a las pequeñas y medianas empresas. Y hacer énfasis en la producción de alimentos, dado el incremento de la pobreza extrema, bajo el criterio de una política ambiental y producción sana de alimentos.
(*) Economista y Doctor por la Universidad de Chapingo, especialista en temas agrícolas