Por Ernesto Masso
-Y tú… ¿Qué haces aquí?
-¡Señor Dalí, cuidado… venga acá!
-No te asustes. Son sólo algunos de mis elefantes pataslargas. De quienes debes cuidarte, son de mis caballos apocalípticos; esos sí son peligrosos. ¡Ah! y no me digas señor, que acá no es el ejército.
-Perdón Maestro… ¡Oh, pero si ha llegado Gala, Maestro! ¿Me permite saludarla…? ¿Señora Gala, cómo está usted?
-Hola.
-¿Pero… no tiene frío? Está usted… desnuda… y además flotando… ¡Cielos, pero si nosotros flotamos también, Maestro!
-¡Claro tonto! ¿Acaso no sabes que el mundo de Dalí no tiene gravedad?
-Es muy placentero, de verdad… Señora, la veo muy guapa.
-¿En verdad te gusto?
-Bueno yo…
-¡Jovencito venga para acá y dígame qué quiere!
-¡Oh sí, perdón. Es que yo… con permiso, ¿eh Galita? Y mucho gusto.
-¡Basta!
-Maestro, estoy aquí para hacerle una entrevista.
-No me moleste ¿No ve que estoy trabajando?
-Es que… tengo que hacer un artículo sobre usted.
El divino Dalí al teléfono… -Bueno… sí… Te espero para la cena de esta noche. Lleva un traje oscuro… Y de ser posible, una cabeza de muerto, aunque no sea auténtica.
-Maestro…
-Pregunte.
-¿Eh?
-Pregunte, estúpido.
-Oh, perdón, sí… este… ¿Qué opina usted de la escuela actual de pintura?
-Me cago en ella.
-¿Cómo…?
-De todas las formas posibles. Y también me cago en las escuelas anteriores y en las futuras. Y por cierto, ¿dónde está tu grabadora?, yo sólo veo el micrófono.
-El micrófono conecta directo a mi cerebro.
-Ya veo…
-Maestro, podría decirme… ¿hay algo que le guste de este mundo moderno?
-Sólo una cosa… bueno, dos.
-¿Cuáles son?
-Las tetas de Madonna.
-Bueno… eso está bien…
-¡Ah! ¿A ti también te gustan?
-¡No…! Digo… sí, pero…
-No es lo que te imaginas. Yo lo que quiero es pintar sobre esos pechos, sendos relojes dalinianos.
-Viniendo de usted, yo creo que a ella le encantaría, ¿por qué no se lo propone?
-Por ahora no puede ser. Debo esperar.
-¿Por qué, Maestro?
-Son relojes derretidos.
-Entiendo.
-El escándalo soy yo. Ser místico y saber pintar.
-Maestro…
-Me voy.
-No, todavía no terminamos la entrevista.
-Me voy.
-¿Pero a dónde va con tanta prisa?
-Debo ver a Buñuel para que haga una película sobre un sueño que tengo.
-Eso es muy interesante. ¿Podría decirme sobre qué va a tratar?
-Es un sueño en el que camino dentro de mis cuadros, acompañado de un imbécil que me quiere entrevistar. El tipo trae un micrófono conectado a su cerebro y una cámara que se derrite.
-¿Una cámara que se derrite…? ¡Cielos, mi cámara!
-No te preocupes. Así saldrán mejor las fotos de mis cuadros.
-Maestro…
-Picasso es español, yo también. Picasso es pintor, yo también. Picasso es comunista, yo tampoco.
-Maestro… Maestro…
-¿Qué quieres?
-Es que tiene una mosca en el bigote.
-¡Ah una hermosa mosca mediterránea! De las que más me gustan. Surtió efecto la miel en los bigotes. Mira cómo escurren mmm. ¿Qué pasa, por qué pones esa cara?
-Es que…
-¡Me voy!
-Espere por favor…
-Me encantaría estar cubierto de moscas…
-Maestro…
-¿Pero, es que sigues aquí…? Entonces ayúdame… ¡Ten!
-¡Ay! ¿Por qué me avienta un gato?
-Quiero que le saques una foto volando hacia ti, bien cerca de tus ojos.
-Pero es que el gato me quiere arañar. Además tiene ojos y bigotes de Dalí.
-Claro idiota, si es el Daligato. ¡Ahí te va mi amor!
-¡Ay, ay… Maestro…!
-Ya cálmese, no haga tanto escándalo.
-Está bien me calmaré, pero no me lo vuelva a aventar. Maestro…
-Dime.
-¿Es usted gay?
-Yo soy un delirio viviente controlado. Yo soy, porque yo deliro. Y yo deliro porque yo soy.
-Es que me acaba de decir ”mi amor… “ ¡Un momento…! ¡Maestro, su cuerpo es el de un gato!
-¡Basta ya! ¡Cachadme, me voy contigo mi amor!
-¡No Maestro, no me arañe… no… no…!
-Sí, mi amor. Mi amor… mi amor… ¡Despierta, despierta!
-¡No maldito…! ¡Déjame…! ¿Qué pasó…? ¡Ay, Alicia, me asustaste!
-Es que no podías despertar.
-¡Fue horrible!
-Ya está bien, ya pasó. Ahora piensa en algo agradable y te dormirás de nuevo. Acuérdate de la linda tarde que pasamos en el museo. Con lo que te gusta Dalí.
-¡Mmm…!
-Trata de volver a dormir, mi amor.
-¡No me digas mi amor!
-¿Despertaste de malas, verdad…? ¿A dónde vas?
-A la sala, a ver la tele.
-Está bien, pero no te enojes conmigo. Yo no tengo la culpa de que tengas pesadillas. Y no te quedes hasta muy tarde, recuerda que mañana temprano tienes que entregar el artículo sobre los cuadros de… ¿Qué dices? No te escucho.
-¡Piiinche Dalí!
Cuento: Nes Masso©
Composiciones gráficas: Ig Fonts© FB: @ArteimageFoto
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