Tercer Informe y el Nuevo Manejo Productivo del Gasto Rural

AMLO, su gobierno tras la autosuficiencia alimentaria

Del discurso de desprecio al Programa Especial Concurrente (PEC), por los altos estratos del medio rural, se está pasando a la inclusión; los pobres del campo ahora están en un proceso que busca liberar su potencial productivo, al partirse de una concepción de la agricultura que supera la visión industrial de la misma y el interés de los grandes grupos capitalistas y de las grandes empresas transnacionales.

 La Carta Robada

Por Emilio López Gámez (*)
Especial para Cananea TV

 En el documento completo de 1361 páginas de su Tercer Informe de Gobierno, 2020-2021, Andrés Manuel López Obrador destaca al referirse al campo, la autosuficiencia alimentaria, y en su discurso señala: “En el campo se está produciendo sin limitaciones; el año pasado la producción agropecuaria aumentó 2 por ciento”. Ese es un tema que él destaca y hay otros avances que pueden llegar a tener un gran impacto y que no se observan a simple vista.

En el documento ampliado, podríamos decir, hay un buen tratamiento de cómo se está registrando la transformación y es ahí donde están las claves de este informe, pero también en el análisis que aquí comentamos, sobre todo al contrastar el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 con el informe y al analizar reportes de la SHCP. Aquí se destacarán tres procesos que aparecen en ese informe y en el proceso de la 4T que, aunque poco visibles, van a lo profundo de la transformación: el tema presupuestal; la redistribución del ingreso y el control de las concesiones mineras, asuntos, los tres, de gran relevancia para la 4T y el campo.

Un primer tema es el presupuestal que presenta cambios profundos en el medio rural. Un elemento preocupante en el sexenio ha sido la crítica permanente, de parte de adversarios a AMLO, al manejo del gasto público en la economía mexicana. Pero en el campo hay procesos que hasta el momento están quedando muy al margen de ese tipo de análisis y de la opinión pública, pero que son centrales al momento de comparar el modelo neoliberal con lo que va de la 4T, sobre todo en lo productivo.

Por ejemplo, en la 4T, en el caso de la pequeña agricultura (más del 90 % de las unidades de producción a nivel nacional) se tiene un presupuesto superior en más de 10 mil millones de pesos (nominales) comparado con el último año de Enrique Peña Nieto, elemento que no se destaca en el 3 informe, pero que resulta del análisis de los informes trimestrales de la SHCP de los últimos años.  Los programas más relevantes productivos (de SADER) en 2019 y 2020, considerando los que refirió AMLO en el discurso del informe, suman un monto superior a los 31 mil millones de pesos.

EL DESPRECIO DE LOS ESTRATOS RICOS AL PEC

Una controversia, en gobiernos anteriores, que estaba en los discursos de la gente del campo, en la Cámara de Diputados, en el Senado, entre los grupos privados, y entre grupos del sector social (de los estratos acomodados) que se sentían formando parte de la estructura económica, era que el Programa Especial Concurrente (PEC), donde se registra parte del gasto rural, tenía un fuerte contenido social, en tanto que era la vertiente social la de mayor monto. En el PEC y se identificaban, programas que considerándose “productivos”, eran en realidad de carácter social.

Avanza un modelo más incluyente en el agro nacional

El desprecio, de parte de los estratos ricos del campo, era tal que decían, palabras más palabras menos: que se saquen del PEC los programas de los pobres, que en realidad no son productores, que los apoyen por allá, en otro lado, y que se queden en el PEC solo los programas productivos.

Ahora en la 4T hay un manejo efectivamente productivo del gasto rural a diferencia de los gobiernos anteriores; del discurso del desprecio pasamos a la inclusión, los pobres del campo ahora están en un proceso que busca liberar su potencial productivo, porque se parte de una concepción de la agricultura, que supera la visión industrial de la misma, que pone en el centro el interés de los grandes grupos capitalistas y de las grandes empresas transnacionales.

De alguna manera, en los gobiernos anteriores, los programas productivos tenían, por ejemplo, en el caso de “Apoyo a pequeños productores”, una orientación asistencial (este programa tuvo un monto de un poco más de 11 mil millones de pesos en el último año de Enrique Peña Nieto). Estaban, orientados al control político, la administración de los conflictos y el manejo y administración de la pobreza.

La opinión contraria era que a los pobres debería tratárseles como productores y no como parías sociales. Lo que molesta a los ricos, ahora en la 4T, es que no solo no sacaron a los pobres del PEC, sino que, además, los programas fueron modificados y dirigidos a los estratos más pobres del campo, y tienen el objetivo de liberar su potencial productivo y que no se les vea como parias.  En lo que va de esta transformación rural en la 4T han sido afectados grupos medios y altas elites ricas, o sea, los estratos que siempre habían sido favorecidos en el neoliberalismo.

Una situación ideal sería rediseñar los anteriores programas que estaban destinados a estos grupos, ampliar el presupuesto y reorientar la producción hacia el mercado interno y ampliar las oportunidades para que todos los estratos participen en los mercados internacionales. Estos grupos, aunque ahora son desfavorecidos por el presupuesto, siguen controlando las estructuras de la producción y toda la cadena hasta el consumo.

INSCRITOS EN PROGRAMAS SOCIALES EL 70% DE LOS HOGARES

Un segundo tema es el cambio radical que se puede detectar en el informe con respecto a la política social redistributiva como eje de la política hacia los pobres, la mayoría de ellos en el campo, AMLO señaló: “Puedo afirmar, a este respecto, que el 70 por ciento de los hogares de México está inscrito en cuando menos un programa de bienestar…”  y que no por eso “…hemos dejado en el desamparo…” al otro 30 %.

En un tercer tema que aquí destaco, AMLO señaló: Se paró “…en seco la tendencia privatizadora; se dejó de entregar concesiones a particulares en minas”. Actualmente existen más de 25 mil concesiones con una superficie de 21.3 millones de hectáreas. Esa política ataca de frente a la desposesión, al despojo de los recursos del campesinado, que se venía dando en el neoliberalismo como el despojo de tierras, que afecta al ejido y la comunidad agraria, por lo tanto, es la defensa de la propiedad social. Ello debería venir acompañado del reconocimiento de las organizaciones campesinas e indígenas, para poner al campesinado en el centro de la política agropecuaria, donde han predominado los intereses neoliberales del saqueo, el robo y la destrucción.

(*) Doctor en Economía por la Universidad de Chapingo y experto en temas agrarios.

 

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