El consumo de maíz amarillo importado por trasnacionales, un riesgo a la salud de todos
Anualmente importamos más de 17 millones de toneladas de maíz amarillo y en la medida en que incrementa sus precios internacionales, esto impacta nuestra economía local; razón por la que urge producir internamente lo que consumimos. Además, en el tema de la salud hay un grave riesgo al ser las empresas transnacionales las que promueven importar este maíz amarillo; el tema de la dependencia y la autosuficiencia no son tratados con la importancia requerida a pesar de que ambos temas afectan al conjunto de la población mexicana y no sólo a los estratos pobres del campo
La Carta Robada
Por Emilio López Gámez (*)
Especial para Cananea TV
En la investigación Análisis del Mercado de maíz en México desde una perspectiva de precios, realizada en el Colegio de Posgraduados, sus autores, Ester Reyes Santiago, Fidel Bautista Mayorga y José Alberto García Salazar (Economía, Postgrado en Socioeconomía Estadística e Informática), exponen sus principales resultados:
“El maíz es el grano básico más importante en México; a pesar de ello, se importan grandes cantidades para satisfacer el consumo. El presente artículo tuvo como objetivos determinar los factores que afectan el comportamiento del mercado de maíz grano en México, estimar el efecto del precio de garantía sobre la oferta y analizar mediante escenarios el efecto del precio de importación sobre este mercado…”
Los resultados de la investigación indican que a) aumentar el precio de garantía en 37.4% provoca que la producción crezca en 8.38%, b) que los efectos de aumentar el precio de importación en 20% origina que la producción aumente 2.1% y el consumo se reduzca 5%. Y un resultado que es de lo más importante para la política agrícola y que no está suficientemente bien entendido y amarrado en la política de la 4T es que: “Se recomienda realizar sinergia con otros programas de apoyo al agro mexicano para incrementar aún más la producción y de esta manera avanzar en la autosuficiencia alimentaria”.
Esto último lo hemos expuesto en otras Cartas Robadas desde otra perspectiva, la de la correlación de fuerzas que están en juego en la política agrícola actualmente y hemos señalado la urgente necesidad de que haya una profunda y fibrosa coordinación de un solo (y nuevo) proyecto rumbo al encuentro de un nuevo paradigma alimentario en las diferentes dependencias en donde el tema de la superación de la dependencia alimentaria no sea parte de un discurso al estilo del régimen de política agropecuaria neoliberal.
Hemos planteado que se puede ir más allá en la transformación, porque la “autosuficiencia alimentaria” solo sería parte de la solución. Parte, porque: a) no rompe con la dependencia alimentaria (objetivo expuesto por el presidente de la República) que involucra la producción sana y nutritiva de alimentos, ya que podría darse “autosuficiencia alimentaria” en base a la agricultura actualmente dominante que es la agricultura industrial; b) podría darse la “autosuficiencia alimentaria promoviendo económica y políticamente sólo a un grupo de productores, como es el sector privado y con esto no se movería el poder económico y político que han tenido estos grupos en el neoliberalismo; grupos que han gozado de grandes beneficios de parte de los gobiernos durante décadas, que producen alimentos donde se usa, por ejemplo, cantidad exorbitante de plaguicidas.
NECESARIA MAYOR COORDINACIÓN ENTRE DEPENDENCIAS
Además, como punto c): una verdadera transformación implicaría esa sinergia de los programas, pero llevándola más allá, poniéndola en otro plano, porque está sinergia, desde nuestra perspectiva, puesta más allá de una acción individualizada de acciones burocráticas de las dependencias del campo, involucraría una verdadera coordinación entre estas ya que, en la producción de alimentos cada dependencia no podría seguir una ruta trazada por la visión particular del responsable de la dependencia, sino que implica una sola visión de conjunto entre dependencias de cómo producir, en el marco de una nueva política agrícola, lo cual nos llevaría más allá de la situación actual. Esa coordinación entre las dependencias del sector, estaría dirigida a la construcción de un nuevo paradigma alimentario, implicaría la producción de alimentos sanos y nutritivos y no alimentos contaminados como actualmente sucede.
Tenemos dos temas en el debate: salud y precios. El ejecutivo ha sostenido que somos autosuficientes en maíz; pero si somos autosuficientes en maíz blanco, ¿cuál es la razón de que los precios internacionales, por ejemplo, del maíz impacte los precios internos y generen inflación?
Parte del problema es que importamos más de 17 millones de toneladas aproximadamente de maíz amarillo y en la medida en que estos granos incrementen sus precios internacionalmente, ello se traduce en efectos nocivos internos, por diferentes caminos (estos efectos, por ejemplo, en el caso de los precios están muy estudiados y en otra ocasión trataremos el tema).
Esto nos lleva a varios retos: por un lado, lograr producir internamente lo que consumimos, tanto por la razón anterior (en el caso de los impactos de los precios internacionales), como por el hecho de que esos maíces importados están muy contaminados. En el tema de la salud la producción de alimentos sanos y nutritivos nos obliga a un cambio en cómo producir internamente los alimentos, un profundo cambio, radical; ya que son las empresas transnacionales las que principalmente promueven la importación del maíz amarillo nocivo para la salud de los mexicanos.
Y obviamente en relación a la política agrícola e industrial y su vínculo con la producción de alimentos, tenemos que la coordinación entre objetivos de las dependencias asociadas al campo bajo la idea de un solo proyecto es incuestionable. Empezando con el mismo proyecto y su perfeccionamiento en dependencias como la Sader.
En el Programa Sectorial de Agricultura y Desarrollo Rural 2020-2024 se señala que: “La dependencia alimentaria pone en riesgo la alimentación de las familias mexicanas”. Lo cual es correcto. Igualmente señala, entre otros objetivos: “Lograr la autosuficiencia alimentaria vía el aumento de la producción y la productividad agropecuaria y acuícola pesquera. El objetivo está orientado a enfrentar el problema de la alta dependencia alimentaria en zonas con baja productividad…”.
AUTOSUFICIENCIA Y DEPENDENCIA AFECTAN A TODOS
Salta a la vista que el tema de la dependencia y la autosuficiencia no son tratados con el nivel de profundidad que requieren, porque los dos afectan al conjunto de la población mexicana, no sólo a los estratos pobres del campo. Por ejemplo, no se puede reducir el fenómeno, enfrentando sólo “…la dependencia en zonas con baja productividad”, ya que este fenómeno tiene un alcance nacional. Y por otro, lado, no es la solución sólo atender “…el riesgo de escasez de alimentos…” porque lo que necesitamos es sí, el acceso a alimentos pero que, estos sean sanos y nutritivos, lo cual no puede quedar solo como una narrativa en el Programa Sectorial.
La dependencia alimentaria pone en riesgo la alimentación de las familias mexicanas. Las vuelve vulnerables por diversos factores, entre los que destacan: las decisiones de política de otros países, al aumento externo de precios, que afecta más a quién menos tiene, a factores financieros, de controversias comerciales o de afectaciones climáticas, donde ante escenarios de escasez, se cierren fronteras para asegurar el abasto interno, entre otros.
Una producción de alimentos orientada al mercado dio pie, también, a la degradación de los suelos y la sobreexplotación de los recursos hídricos por el bombeo excesivo de los mantos acuíferos, dando prioridad a la obtención de la mayor ganancia, a costa de la sobreexplotación de los recursos naturales.
Por todo lo anterior, el rescate al campo es inaplazable. México requiere transformar el modelo de política agrícola para cerrar las brechas de desigualdad productiva, detonando el potencial de los productores de pequeña y mediana escala, además de mantener el dinamismo agroexportador, sin que ello implique la sobreexplotación de los recursos naturales y el abandono a la inversión en bienes colectivos.
Objetivo 1. Lograr la autosuficiencia alimentaria vía el aumento de la producción y la productividad agropecuaria y acuícola pesquera
El objetivo está orientado a enfrentar el problema de la alta dependencia alimentaria en zonas con baja productividad por la falta de acceso a insumos de calidad a precios accesibles, limitados apoyos para la innovación tecnológica, falta de capacitación y organización para la producción. Esta problemática afecta a la población nacional por el riesgo de escasez de alimentos y a los productores de pequeña y mediana escala que ven limitado su acceso al mercado ante su imposibilidad de competir con los productos importados.
PROGRAMA SECTORIAL DE AGRICULTURA Y DESARROLLO RURAL 2020-2024
El Programa Sectorial de Agricultura y Desarrollo Rural 2020-2024 es un programa derivado del PND, emitido con apego al marco constitucional y legal, que contribuye a garantizar el derecho a una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, establecido en el artículo 4o. constitucional, y a que se avance en poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible, fines contemplados en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 de la Agenda 2030 aprobada por la Organización de las Naciones Unidas, cuya ejecución y seguimiento es a cargo de la SADER.
(*) Doctor en Economía por la Universidad de Chapingo y especialista en temas agrarios.
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