Política Alimentaria, Asunto de Seguridad Nacional en México

Debe sumarse a los campesinos a una estrategia que impulse la autosuficiencia

La invasión de Rusia a Ucrania y otros factores internacionales, disparan el proceso inflacionario en el mundo y el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), indica que millones de familias subsisten a escala global con un bajo nivel de ingresos ante el encarecimiento de la energía y los alimentos, amenazando con profundizar la desigualdad; en México se debe voltear a ver al campesinado como actor crucial de una estrategia contra la inflación y la dependencia alimentaria

 La Carta Robada

 Por Emilio López Gámez (*)
Especial de Cananea TV

 Kristalina Georgieva, Directora Gerente del FMI Washington, DC, en  un ensayo para la Fundación Carnegie, titulado, Una crisis tras otra: Cómo puede responder el mundo, comentó,  el 14 de abril de 2022 que: “Sencillamente, nos encontramos frente a una crisis encima de otra. Primero, la pandemia, que trastocó nuestras vidas y nuestras economías, y que aún no ha terminado (…) Segundo, la guerra: La invasión rusa en Ucrania, que ha devastado la economía del país, ha producido ondas sísmicas que repercuten en el mundo entero…”

Las consecuencias económicas se propagan rápido y lejos, “Cientos de millones de familias ya estaban luchando con un bajo nivel de ingresos y con el encarecimiento de la energía y los alimentos. La guerra ha agravado mucho su situación y amenaza con profundizar la desigualdad. Y, por primera vez en muchos años, la inflación es un peligro claro y presente para muchos países de todas las regiones.”

Por otro lado, en un artículo de la Revista Fortuna, del 4 de julio, Hambre, resultado de tres crisis: conflicto, COVID y cambio climático: FMI, es relevante observar que Un período de años de relativa estabilidad de precios llegó a su fin en 2021 cuando los precios de los alimentos aumentaron 23%, debido en parte a eventos meteorológicos extremos que mermaron las cosechas y a los crecientes costos de la energía.

Luego vino la invasión rusa de Ucrania a finales de febrero, que elevó los precios a máximos históricos al perturbar los flujos de materias primas de dos de los mayores exportadores mundiales de trigo y otros alimentos básicos (…) Hay que señalar que los precios de los alimentos están subiendo en paralelo con el agravamiento de otros importantes desafíos mundiales y como consecuencia de ellos”.

Garantizar alimentos a la población, ante todo

En La Carta Robada anterior comentamos que: “Con la amenaza global de una crisis alimentaria el proyecto de producción de alimentos con campesinos que venía caminando en el actual sexenio, aunque muy lentamente, entró en un bache profundo, que se puede reorientar”. La posibilidad de una crisis de la magnitud anteriormente señalada, hizo que el gobierno de México, volviera la mirada a la producción de alimentos; nos referimos a las medidas que se han venido tomando para el control de la inflación.

A DEBATIR SOBRE LA ESTRATEGIA AGROPECUARIA

Dado el contexto internacional y los factores nacionales, insistimos en que el Paquete contra la inflación y la carestía (Pacic) que lanzó el gobierno mexicano a principios de mayo del 2022, da pauta para que se genere un debate sobre en la estrategia en torno a la política agropecuaria: ¿Se afianzará la política contra la dependencia alimentaria, que venía dando pequeños, pero significativos pasos; seguirá caminando; se profundizará o se dará un giro en contrario?

El desenlace contra la dependencia alimentaria o su olvido en el mediano plazo, dependerá de cómo se hagan los acuerdos políticos en los próximos meses, hasta antes y luego de las elecciones del 2024, y del papel que jueguen los diferentes actores tanto urbanos como rurales. El análisis político (dado el rol de los diferentes actores productores de alimentos) del Pacic muestra parte de los procesos que aquí se describen.

Es muy relevante observar que la coyuntura no ha llevado al gobierno mexicano a limitar o reforzar la estrategia de la autosuficiencia alimentaria, dando como un hecho que tal objetivo ya está (a la mitad del sexenio) plenamente estructurado, afianzado, en el conjunto de la política de la economía en su conjunto, como sí lo está, por ejemplo, la política energética.

Desde esta perspectiva, los resultados de la política alimentaria y la autosuficiencia alimentaria no se pueden analizar a partir de sólo aspectos cuantitativos (por ejemplo, preguntarnos si cuantitativamente, en determinados productos de alimentos, hay menor o mayor dependencia). No se puede partir del supuesto de que el proyecto contra la dependencia alimentaria, que sí está en la narrativa de la 4T, esté plenamente identificado, definido en la 4T.

POLÍTICA ALIMENTARIA COMO ESTRATEGIA DE DESARROLLO

En otras palabras, que las dependencias y la estructura burocrática, identifiquen plenamente los objetivos de la política alimentaria –no dependencia alimentaria–, como una estrategia de desarrollo y de seguridad nacional, como sí lo hacen en el caso de la política energética. Y habría que preguntarnos sobre la opinión de todos los actores rurales en los mismos temas.

Por otro lado, no parece representar la realidad, partir de la idea de que la autosuficiencia alimentaria, en la conceptualización y en el grado de avance que lleve, en los espacios y procesos donde se esté realizando, a la mitad del sexenio, no se vea perturbada por procesos como lo que advierten el FMI, expertos geopolíticos y consecuentemente medidas como el Pacic (y todo lo que lo rodea como el contexto internacional, y lo que implica, en términos de correlaciones de fuerzas internas. En este punto sugiero la lectura de Cartas Robadas inmediatas anteriores).

En el medio rural hay la perspectiva de que las políticas, a la mitad del sexenio, han beneficiado a los más pobres, con los programas sociales, más no es igual en el caso de los programas productivos (con excepciones). Tampoco hay convencimiento con respecto a la relación expresada marginalmente del Estado con los actores productivos, sobre todo, con los actores donde radica el gran poder en la producción de alimentos, que es el sector campesino; cuál es el futuro de esa relación, sobre la base de qué estructuras organizativas y a dónde lleva.

En el contexto internacional y nacional, las medidas de emergencia nacionales como la producción de alimentos en la coyuntura, “…lleva implícito el riesgo de ensanchar, aún más, el poder alimentario global y local y todas sus estructuras, que vienen del neoliberalismo y que son hoy dominantes, con el sector privado a la cabeza.”

(*) Doctor en Economía por la Universidad de Chapingo y experto en temas agrarios.

 

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