Partidos Políticos Marginan a Indígenas y Campesinos del Proceso Electoral

La partidocracia olvida al sector agrario

Movimientos sociales como el del campesinado no ha logrado un consenso crítico, ni alianzas y los acuerdos necesarios para contribuir a la construcción de una nueva hegemonía que deje atrás la vieja lucha gremial corporativa, rasgo distintivo del viejo régimen; urge la construcción de una vigorizada base social para la construcción de un nuevo Estado

 La Carta Robada

 Por Emilio López Gámez (*)
Especial para Cananea TV

 En un contexto de cambio de régimen político, el movimiento campesino cuya base fundamental (para este análisis) son las organizaciones campesinas, integradas en diferentes Frentes, Consejos, Congresos, Movimientos, otras varias definiciones y espacios unitarios, etc., se han confrontado con las limitaciones, sobre todo en la coyuntura electoral, que han mostrado los partidos al ignorar a estos amplios sectores de la sociedad mexicana.

En ese proceso de cambio de régimen, tanto el movimiento campesino como los partidos enfrentan varios retos, algunos de los cuales no pueden resolverse en los espacios propios de cada una de esas estructuras, sino que requieren de la articulación movimiento-partido.

LA SUBSISTENCIA DEL VIEJO MODELO CORPORATIVO

Lo más importante en este análisis se enfoca en el papel de los movimientos, en este caso el campesino (pero en todo momento sugerimos tener en mente al sistema de partidos) que no ha logrado establecer un consenso crítico; no ha establecido las alianzas, y los acuerdos necesarios para contribuir a la construcción de una nueva hegemonía; no ha logrado abandonar (casi exclusivamente) su lucha gremial, corporativa (caso de muchas organizaciones, rasgo del viejo régimen); ha contribuido poco a la construcción de una base social para la conquista del poder político popular y por lo tanto a la construcción de un nuevo Estado.

Todavía subsiste el viejo modelo corporativo en el campo

El movimiento  ha dejado de lado la construcción de un programa único que retome junto con el sistema de partidos (y en lo micro-político, a través de las relaciones entre organizaciones campesinas y los partidos de su preferencia) las demandas de los subalternos (los excluidos, como lo ha sido el campesinado y los indígenas y otros grupos como los afrodescendientes, los migrantes, los jornaleros, las mujeres, los jóvenes rurales y  grupos de las zonas populares de las ciudades); de igual manera ha sido muy débil su trabajo en la construcción de una visión distinta del mundo, es decir en la lucha de las ideas, diferente a la visión hegemónica neoliberal; y han contribuido poco a la construcción de una agenda nacional en el sistema de partidos e incluso cuando han llegado con propuestas, lo que ha sucedido con frecuencia, no son incorporados.

En el régimen político heredado del nacionalismo revolucionario y básicamente de la estructura política que tuvo como base el desarrollo estabilizador, que llegó a rematar en el modelo neoliberal, en el cual el capital, los representantes de la estructura económica, y la estructura política constituida por básicamente el partido en el poder de esos años, llegaron a construir una hegemonía, es decir un conjunto de mecanismos para conducir o para guiar a la sociedad política.

Esta hegemonía en la medida en que ha avanzado el gobierno actual, ha venido diluyéndose, pero su fuerza y desarrollo permanece, en tanto que el cambio orientado hacia una nueva hegemonía está muy lejos de constituirse. En la construcción de esa nueva hegemonía el movimiento campesino aparece jugando poco, ya sea porque sus diferentes expresiones no coinciden con esa nueva hegemonía en marcha y porque los que sí coinciden, han estado distantes de los procesos del partido más fuerte.

DISASOCIADOS LOS MOVIMIENTOS URBANOS Y AGRARIOS

Con la experiencia de los últimos modelos de desarrollo en México, los grupos del gran capital y las estructuras políticas del régimen anterior lograron crear una hegemonía la cual, día a día, intenta ser sustituida por una nueva hegemonía (para la idea de hegemonía puede verse el ensayo: “El concepto de hegemonía en Gramsci: una propuesta para el análisis y la acción política” de Natalia Álvarez, en Estudios Sociales Contemporáneos, número 15, Universidad Nacional de Cuyo) Esa acción política que, sin duda es de gran envergadura, no avanza satisfactoriamente debido a la diversidad de los movimientos en la ciudad y en el medio rural, las limitaciones que identificamos al principio (relación movimiento-partido) y porque no está en la mira de los principales partidos.

Se les pide el voto pero se les niegan espacios legislativos

Para construir una nueva hegemonía es necesario forjar base social amplia de movimientos (entre el campesinado, sobre todo, con otros grupos); es necesario superar (pero sin dejar) la lucha económica y sumarse con otros grupos excluidos, subalternos para la conquista del poder político; no se trata de la incorporación de los excluidos al orden jurídico existente, sino la transformación de ese orden (sobre la transformación de ese orden, ver E. Dussel, Filosofías del Sur, descolonización y transmodernidad. Akal).

En la 4T ha sido muy recurrente el tema del rescate del Estado (como aparece en el Plan Nacional de Desarrollo), en ese proceso, los que han estado fuera de la sociedad política, como nuevos participantes podrían llegar a crean un nuevo Estado de derecho que incluye la alteridad (el reconocimiento de otros que han estado fuera del sistema como los grupos subalternos); ello implica que para construir hegemonía es necesario lograr, una nueva visión del mundo; lo que en el marco de esta transformación actual se ha definido como “la revolución de las conciencias.”

CONSENSOS Y ALIANZAS PARA UNA NUEVA HEGEMONÍA

El proceso de construir hegemonía implica la busca de consensos y alianzas; el proceso de construcción de hegemonía se da a través de la formación y superación de equilibrios inestables (muy frecuentes en las organizaciones del campo, entre los movimientos y en la relación movimiento-partido) y la situación es más compleja por ejemplo, si se tienen que construir  esos consensos y alianzas entre los grupos subalternos (por ejemplo, las masas campesinas) pero también entre todos los grupos de las sociedad civil.

Una nueva hegemonía implica el crear un programa único, la idea es sumar aliados y universalizar el campo de la acción política; es decir, que los grupos lleguen a una visión común, de tal suerte que la construcción hegemónica no es una suma de partes de grupos subalternos, sino que implica no solo la lucha económica particular, sino la lucha política, la lucha cultural, moral y ética. Ese programa único sería una “…síntesis superadora” de los intereses de cada uno de los grupos subalternos o grupos excluidos. Es una lucha para devenir poder político.

(*) Doctor en Economía por la Universidad de Chapingo y experto en temas agrarios.

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