¡Adiós, Camilo!
Dar la noticia de la tragedia a su familia fue terrible; imposible el mantener la serenidad para que la voz no se quebrara y no ganara el llanto de lo que se siente en el momento, ¿cómo avisar a mis padres la partida de Camilo? El tío, el compadre, el que siempre tenía una palabra para todo
Por Luis Zamora Calzada (*)
Especial para Cananea TV
Era la mañana del 25 de diciembre de 2020, la muerte llegó antes de las siete de la mañana, canija huesuda, hubiera dejado pasar al menos la navidad, pero no, ahí estuvo de metiche, cómo si no tuviera nada qué hacer en otras partes.
Ya entrada la mañana, en la familia casi todos conocían la mala noticia, menos el hermano mayor del difunto y su esposa, que pasan las siete décadas de vida, quienes han estado confinados desde que inició la pandemia que surgió hace más de un año en China y que nuestro inconsciente pensaba que nunca llegaría a México, que sería controlado allá o incluso en Europa, pero que era casi imposible que lo tuviéramos en nuestro país, pero miren lo que pasó, en febrero del año pasado, estaba aquí, lo peor, ahora entró a nuestras casas y se está llevando a gente querida, a personas que amamos, que han sido parte de nuestras vidas y ya no están, ni estarán más con nosotros.
Darles la noticia de la tragedia, fue terrible, cómo mantener la serenidad para que la voz no se quebrara y no ganara el llanto de lo que se siente en el momento, cómo avisar a mis padres la partida de Camilo, el tío, el compadre, el que siempre tenía una palabra para todo.
“Falleció Camilo”, fue todo, las palabras antes y después pierden sentido, algo pasa, pero se van con la intensidad de la tragedia, en el sentimiento que brota de momento, ese que nos regala Dios a los humanos para hacernos diferentes a las otras especies que habitamos la tierra.
Sus lágrimas empezaron a rodar, sus mejillas poco a poco se fueron humedeciendo, ella no creía lo que escuchaba, “Camilo, ¿se murió Camilo?, Dios mío, por qué, por qué …”, al tiempo que apretaba el taco de guisado que tenía en su mano, lo deshizo con esa fuerza que da aquello que no se puede explicar, sus ojos se nublaron de llanto, el rostro cambió, sus facciones ya no fueron las mismas de segundos antes, la cara serena cambió de un momento a otro, conforme caían las gotas de lágrimas en la piel de su cara, cambiaba la disposición alegre entre los ojos y sus labios, lo incomprensible y la tristeza empezaron a dominar cada milímetro de su rostro, la cara fue otra, era increíble, el caudal de líquido brotando de sus ojos se deslizaba poco a poco, cambiando todo, hasta el sentimiento y el alma, era como el mar embravecido que arrastra lo que encuentra a su paso, formando dolor, tan intenso que lo único que permite es no pensar y solo sentir.
Él, se agarró de la silla a su lado, el bastón cayó al suelo, el ruido se diluyó en el momento, era más fuerte lo que escuchaba, ¿cómo?, ¿mi hermano?, balbuceaba. Su mirada se perdió entre las tasas, las cucharas y la azucarera que tenía enfrente, sus manos cargadas de años empezaron a temblar, “tienes que ver al doctor, qué te digan cómo están tus ojos, es qué ya estás como si nada, háblale por teléfono, …”, decía, pretendiendo su mente evadir lo que escuchaba, no daba crédito que su hermano había muerto, perdió la batalla contra el Covid-19, no aguantó más, gritó de dolor, “Camilo, Camilo, ¿por qué tú, por qué?…”, luego, sólo se agachó, moviendo la cabeza de un lado a otro, intentando negar la tristeza que empezaba a invadirlo, no era posible lo que pasaba, no podía creerlo, de pronto, parecía que de un momento a otro caería de la silla en donde estaba sentado, pero no, aguantó en el lugar, únicamente cayeron sus lágrimas y el escape de sus sollozos.
Así están llegando las malas noticias a muchos hogares, no verán más a sus difuntos porque el sepelio tampoco es igual, incluso el tradicional rosario o la levantada de la cruz ya no son lo mismo, se están evitando en lo posible.
¡Cómo están sufriendo los familiares!, la muerte se presenta una y otra vez, más casas enlutadas, más hogares incompletos, la pandemia gana batallas y más batallas a buenas personas, gente trabajadora de todos los estratos sociales, a pesar de ello, muchos siguen sin cuidarse y cuidar a los demás.
En hecho extralimitado, este nueve de enero, en un recorrido por hospitales públicos y privados, se pudo ver un nuevo servicio afuera de estas instituciones, lamentablemente muchas carrozas fúnebres, esperando cliente y al próximo usuario, raro, pero ahora no se vio a ninguna ambulancia, han sido sustituidas por estos carros que transportaran a los difuntos a su última morada, esta es la triste verdad.
La ganancia del magisterio
El Sindicato Unificado de Maestros y Académicos del Estado de México (SUMAEM), informa el anuncio presidencial del día cuatro de enero, los maestros que regresen a las escuelas serán vacunados, en tanto reiteramos el llamado a cumplir con las recomendaciones de la autoridad sanitaria para combatir el COVID-19.
No se arriesgue, para que jugarle al vivo, no vale la pena, la vida no es un juego.
(*) Secretario General del SUMAEM