Empresarios del agro, responsables de la falta de alimentos en México
Antes de la llegada del neoliberalismo al poder, México no dependía del exterior para alimentar a su población. Desde el 2003 y hasta el 2015, en el gasto rural se dio un crecimiento de más del 200%, siendo favorecidos los grupos privados que hoy se oponen a los cambios que el campo necesita. En materia de producción, los resultados del sector del sector privado, a pesar de tantos subsidios recibidos, son los que todos conocemos: agudización de la dependencia alimentaria y crisis, así como profundización de la agricultura industrial, inflación y carestía de alimentos
La Carta Robada
Por Emilio López Gámez (*)
Especial para Cananea TV
El sector privado del campo que ha sido privilegiado por décadas por el viejo régimen político y del cual deviene su poder económico, no se conforma con haber recibido durante la mayor parte del siglo XX y lo que va del XXI, cuantiosos recursos del pueblo de México, vía el presupuesto rural que sirvieron entre otras cosas, para colaborar con el poder alimentario transnacional en el desarrollo de la revolución verde.
Estos grupos privados, de la mano de empresas mundiales, han estado presionando al gobierno mexicano para obstaculizarlo en sus reformas alimentarias. Siendo tan eficientes como se señalan (argumentos que han estado repitiendo en los últimos días en el Senado, al oponerse a las reformas alimentarias) no explican cómo, a pesar de los privilegios han llevado al país, de una crisis alimentaria a otra que, de no haber sido por la participación, en la producción del campesinado y los indígenas, el pueblo de México se hubiera quedado sin alimentos.
Desde el 2003 y hasta el 2015 el gasto rural registró un crecimiento de más del 200%, siendo favorecidos estos grupos privados que hoy se oponen a los cambios que el campo necesita (a manera de ejemplo, podemos mencionar su oposición a la reforma a la ley general de salud que busca prohibir el uso de plaguicidas en la producción de alimentos). Los resultados productivos del sector privado, a pesar de tantos subsidios recibidos, son los que todos conocemos: agudización de la dependencia alimentaria, crisis, profundización de la agricultura industrial e inflación y carestía de alimentos.
NEOLIBERALES Y LA DEPENDENCIA ALIMENTARIA
En síntesis, esos incrementos al gasto rural no tuvieron los resultados esperados porque se concentraron en pocas unidades de producción, y porque se aplicaron sobre la base de un modelo de agricultura que ahora debe ser erradicado. Esa dependencia alimentaria y la pérdida de autosuficiencia alimentaria se originaron, desarrollaron y extendieron en el marco del neoliberalismo. El país no era dependiente de alimentos antes del neoliberalismo.
Del total de más de 4 millones de unidades de producción nacional con actividad agropecuaria, 448 mil o sea el 8.4% del total desarrollan una actividad empresarial pujante y solamente menos de 18 mil unidades (0.3%) pertenecen a un estrato empresarial dinámico. Es en estas unidades en dónde los gobiernos neoliberales concentraron estos recursos, excluyendo a la mayoría de las unidades campesinas.
Por eso, los impactos del sector privado del campo no han sido ni los más eficientes ni los más eficaces. Estos grupos son los vivos representantes del modelo agropecuario de la revolución verde y de la agricultura industrial del siglo XX, que se caracteriza por el uso excesivo “…de agroquímicos como los plaguicidas (herbicidas, insecticidas, fungicidas etc.) y fertilizantes sintéticos, así como por el uso de semillas patentadas…”.
Esta agricultura es la dominante, sobre todo, en los estratos de productores altamente capitalizados en el medio rural mexicano y contra esta forma de producir los alimentos, diferentes grupos, organizaciones campesinas e indígenas, culturales, grupos ambientalistas, científicos y agrónomos, hemos luchado.
Esa lucha tiene entre otros objetivos superar el modelo de agricultura tal y como se ha venido practicando durante la mayor parte del siglo XX y el siglo XXI. Y con las reformas, hoy en el senado, “…prevenir la exposición a sustancias peligrosas, incluidos los plaguicidas para proteger el derecho de las personas a la vida, la salud y una vida digna.” A eso se oponen los grupos privados.
PEQUEÑOS Y MEDIANOS PRODUCTORES APORTAN 60% DE LOS ALIMENTOS
La participación en el campo político de estos grupos se acrecentó en las últimas décadas al amparo de los gobiernos neoliberales que les otorgaron un reconocimiento de representación de los productores del campo, que en realidad no tienen; eso les otorgó una aureola de poder, que aún hoy ostentan, que les abrió las puertas de Los Pinos y de Palacio Nacional.
En contraposición, ese reconocimiento ha sido negado al campesinado el cual ha sido estigmatizado con palabras de fuego y rechazado; tanto así que, en los principales proyectos alimentarios de las últimas décadas ha sido discriminados, aún a pesar de que son los principales generadores de riqueza tanto en la producción interna de alimentos por ejemplo de granos, ya que la pequeña y la mediana agricultura aportan más del 60% de esos alimentos, así como son también generadores de remesas, dadas las condiciones de expulsión a las que han sido obligadas las familias más pobres del campo.
El campesinado y los indígenas no carecemos de la sagacidad y la capacidad de acción, ni la falta de la propuesta necesaria y aunque no tenemos los recursos para participar, como quisiéramos, en foros, encuentros, reuniones de comisiones y parlamentos, en cambio salimos a votar por millones en el 2018 para lograr un cambio que genere los alimentos sanos y nutritivos que requiere el país como marca la Constitución.
Y por eso, se ha dado a conocer un pronunciamiento al pueblo de México y al Senado, en relación a la reforma mencionada y hemos realizado otras acciones colectivas para dar a conocer nuestra posición. Este es un momento crucial para que, como lo señala el presidente de México, en el Plan Nacional de Desarrollo, separar los intereses del poder económico del poder político. Y detener hoy y para siempre que sea el poder del dinero el que marque la pauta de la política agropecuaria.
Detener los intereses de aquellos que ponen por delante el egoísmo y que van de la mano de los intereses de las grandes transnacionales creadoras de los paquetes tecnológicos y controladoras de los mercados de agroquímicos y de alimentos que el poder neoliberal les otorgó, todo lo cual ha sido impulsado y reproducido por el régimen político que se resiste a desaparecer.
(*) Doctor en Economía por la Universidad de Chapingo y experto en temas agrarios.