Feminismo, el Paradigma de la Modernidad

Se gesta un cambio de modelo de la participación de la mujer en diversos ámbitos y no hay marcha atrás; surge así la responsabilidad de construir un feminismo como práctica política

 

Por Maribel Pedroza Villanueva (*)

Especial para Cananea TV

 Socialmente un paradigma es un conjunto de experiencias, creencias, vivencias y valores que repercuten y condicionan el modo en que una persona ve la realidad y actúa en función de ello, estos cambios suelen ser radicales y transformar las estructuras sociales desde todos sus ámbitos.

Estos cambios  transforman no sólo las formas de pensar de las personas en la sociedad, también influyen en  las instituciones, en las organizaciones políticas y en todos los estratos y formas de poder, en este sentido un cambio de esta magnitud no siempre es bien recibido por los diferentes actores sociales.

Tal es el caso de la lucha feminista, que si bien se reconoce como un movimiento en defensa de los derechos de las mujeres a vivir una vida digna, sin violencia y con respeto a sus derechos humanos,  representa ahora un cambio de paradigma que no sólo toca las células más sensibles de la sociedad que por años se ha construido desde una perspectiva machista de privilegios para un solo género, sino también evidencia un sistema patriarcal que sostiene los privilegios de unos cuantos  y los mantiene promoviendo la desigualdad y la falta de una visión de equidad que se ve reflejada en las formas institucionales que conforman nuestra sociedad.

Entendido el feminismo como un paradigma, entonces podemos visualizar la problemática que enfrenta, social y estructuralmente, la participación de las mujeres en todos los ámbitos se ve afectada no sólo por una visión social machista, sino también por formas estructurales que responden a un sistema patriarcal que limita y obstaculiza la misma, en este sentido cobra mayor relevancia y responsabilidad un movimiento como el feminismo, ya que no sólo es un movimiento que luche por una problemática coyuntural, estamos hablando de una transformación  y deconstrucción desde las células sociales, pasando por ideologías y conciencias, hasta las formas institucionales que atraviesan desde las formas de gobierno locales, instituciones, hasta las políticas públicas pensadas desde un presupuesto que realmente se utilice con perspectiva de género.

Desde las diversas actividades las mujeres promueven un cambio

Ahora bien, intentemos explicar que cuando hablamos de política no sólo estamos restringiendo el término al ámbito que compete a funcionarios públicos o a aquellas mujeres que ocupan puestos de representación popular; estamos hablando de la realidad cotidiana, en donde todas las mujeres al decidir, al elegir, al ser parte de la estructura económica que produce y genera bienes y servicios, ya sea en el ámbito formal o informal, incluso desde el hogar,  están ya siendo partícipes del engranaje y entramado político del país, puesto que todo aquello que sucede a su alrededor tiene una repercusión directa o indirecta en su vida y muchas veces esas decisiones son resultado de acuerdos, consensos y decisiones institucionales de las cuales en reiteradas ocasiones las mujeres no son partícipes.

Es decir, la política es la representación de los actos humanos, de los actos de las mujeres. Con esto queremos poner en evidencia que si bien hay puestos o espacios que representan una acción más notable, también las mujeres en su vida cotidiana están siendo constructoras de la vida política del país.

Por ende, consideramos que si la política permea todas las estructuras y estratos sociales, las mujeres al asumir una postura como el feminismo en donde la defensa de una vida sin violencia y el respeto a los derechos de las mujeres, se vuelven la representación de una lucha y práctica política.

En la construcción del feminismo ya no hay marcha atrás

El feminismo se expresa entonces a través de convertirse en una postura política, que intenta transformar un país que muestra una realidad cada vez más adversa para las mujeres, Valencia (2016) afirma: “La historia contemporánea ya no se escribe desde los sobrevivientes, sino desde el número de muertos” (p.30), el cuerpo de las mujeres se vuelve un instrumento que muestra no sólo el poder y violencia que se ha  normalizado y que se ejerce socialmente,  sino también la forma de marcar territorios políticos construidos desde las prácticas machistas hasta el fomento de las formas institucionales que reproducen  el  sistema patriarcal.

Dicho todo esto, es ahora que podemos visualizar un escenario que nos permite comprender cuáles son los problemas que enfrentan las mujeres desde su participación social hasta los puestos de representación popular, Valencia (2016): “el feminismo sigue siendo urgente, puesto que representa un cambio epistemológico y de conciencia social que no puede reducirse a clichés ni a logros medianos” (p.190).

Asumir el feminismo como una práctica política, es asumir la importancia y trascendencia que tiene una postura política de esta magnitud, por ello es que se vuelve un cambio de paradigma como lo enunciábamos en un principio, un cambio profundo y hasta cierto punto radical, pues evidencia las fibras más profundas en una sociedad que reproduce prácticas de discriminación, donde la paridad es algo que le falta mucho para ser efectiva y real, ya que muchas mujeres pueden ser nombradas en distintos puestos, pero no representan un porcentaje igualitario en los puestos que tienen que ver con toma de decisiones.

Son llamadas socialmente a ser observadoras, relleno, pero no organizadoras y si lo son, son relegadas a tareas que no les representan un crecimiento personal, más aún cuando las mujeres asumen como una actividad cotidiana el desarrollo profesional, las labores de cuidado y responsabilidad familiar que les son impuestas, someten a las mujeres a un desgaste doble, ya que muchas veces los otros integrantes de la familia no asumen una responsabilidad compartida.

No importan los estratos sociales para cambiar paradigmas

Considero, por ende,  que las problemáticas políticas a enfrentar se dividen en dos vertientes; por un lado,  reconstruir un tejido social que aún no se desvincula de ciertas situaciones de privilegio en las prácticas cotidianas y que no sólo repercute en el escaso tiempo que las mujeres pueden dedicar en actividades de participación en sus comunidades, sino también a una especie de desprecio social por aquellas que se atreven a asumirse feministas o representantes de la lucha por los derechos de las mujeres, estigmatizándolas con adjetivos despectivos y sobrenombres que transgreden la esencia de la lucha y  censuran  el derecho a la libre expresión y denuncia de un problema que no puede permanecer más en silencio e invisibilizado.

Y por otro lado, desde el ámbito de los espacios de participación y representación popular en las diversas formas institucionales donde las mujeres han luchado por incursionar, la problemática tiene que ver con condiciones de índole estructural, en donde el sistema que se pretende erradicar no sólo tiene que ver con la lucha en defensa de situaciones o condiciones locales, está permeado por prácticas de poder vinculadas a intereses económicos que se traducen en dominación, utilizando incluso los medios legales para incorporar sistemas de injusticia que se ven reflejados en el ambiente social, cuando la justicia no se alcanza por los medios legales se desencadenan formas y escenarios de lucha que el mismo feminismo ha generado como estrategias de denuncia.

Para concluir, la política permea todas las capas y estratos sociales, las mujeres no están separadas en ninguna realidad posible del ejercicio político, asumir además el feminismo como una práctica política nos hace comprender la gran responsabilidad que representa que el feminismo se reflexione y proponga como el cambio de paradigma que ya se está empezando a gestar, si bien hay muchas estrategias y formulaciones que debemos hacernos, ya no hay marcha atrás, la responsabilidad de construir un feminismo como práctica política ya enfrenta grandes problemas, pero no por su esencia si no por la oposición que todo cambio de paradigma conlleva.

(*) Licenciada en Filosofía egresada de la UAM-Iztapalapa. Actualmente JUD de Perspectiva de Género de la Alcaldía de Azcapotzalco

 

 

Bibliografía

Sayak Valencia. (2016). Capitalismo Gore. CDMX: Paidós.

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