En Manos de Campesinos y no de Empresarios, la Autosuficiencia Alimentaria en México

En sus manos la verdadera autosuficiencia

Urge reorientar el gasto rural en lo referente al Programa Especial Concurrente (PEC), para dejar de privilegiar a las unidades de producción más capitalizadas del país, que orientan su producción al mercado externo; indígenas y campesinos son los principales productores de granos, por lo que el Estado Mexicano debe orientar la autosuficiencia alimentaria apoyando a estos sectores, en una estrategia de seguridad nacional

 LA CARTA ROBADA

 Por Emilio López Gámez (*)
Especial para Cananea TV

En la colección de (tres) libros sobre el Modelo de Desarrollo Alternativo, publicados, a partir del 2014, por la Universidad Autónoma Chapingo, Departamento de Sociología Rural, los autores, José Dolores López, Emilio López Gámez y otros, han sostenido que uno de los ejes de un nuevo modelo de desarrollo alternativo al modelo neoliberal, en este caso el eje del gasto rural (expresado en el Programa Especial Concurrente para el desarrollo rural conocido como PEC) puede ser la reorientación.

La estrategia de reorientación del gasto se refiere a que el PEC desde su nacimiento ha estado concentrado abrumadoramente en las unidades de producción más capitalizadas del país, básicamente ubicadas en los distritos de riego, y en los estratos de productores orientados al mercado externo, excluyendo al campesinado y los indígenas, aunque estos son los principales productores de granos.  Estado Mexicano, con una política agropecuaria y alimentaria de seguridad nacional, centrado en las pequeñas y medianas unidades, podría poner el énfasis en una mejor distribución de los recursos que van dirigidos al campo.

En los análisis la idea de reorientación está asociada al monto total del PEC. No necesariamente para tener efectos positivos en el campo, el PEC, cada año tendría que ser aumentado (toda vez que desde el 2003 y hasta el 2015 el PEC registró una tasa de crecimiento de más del 200%). Al inicio del actual gobierno, las investigaciones daban pauta para que, dadas las condiciones de austeridad en el manejo del gasto por el Estado mexicano en el marco de la 4T, lo que sí se podía poner en práctica en el campo era (y es) que el PEC fuera reorientado, en tanto que su monto total podría mantenerse en términos reales.

IMPORTACIÓN DE GRANOS Y LA TRAMPA TRASNACIONAL

Desde principios de los 80 el gasto rural fue sacrificado espectacularmente, dados los ejes del modelo neoliberal, de los cuales, un criterio sostenía que era mejor comprar los granos que producirlos internamente. Sin embargo, este criterio que se constituyó en una de los instrumentos centrales de la política agropecuaria y alimentaria a lo largo de los casi últimos 40 años, ha significado profundos sacrificios para el pueblo mexicano por la problemática asociada a la producción mundial de granos y la volatilidad e incremento de los precios y el control de las estructuras del mercado de granos, por parte de las transnacionales.

Transnacionales que una vez que lograron que los países subdesarrollados ingresaran a la firma de tratados comerciales, han conseguido vender los granos a precios cada vez más altos a los países que cayeron en sus garras, impactando el crecimiento de los precios de los alimentos, que han desgastado, el de por sí desvalorizado ingreso de los trabajadores del campo y la ciudad.

La caída dramática del gasto rural desde principios de los 80 explotó con el movimiento campesino de principios de los 2000 y fue a partir del 2003 que empezó una nueva etapa en lo que al gasto se refiere, lográndose los incrementos ya mencionados. Sin embargo, ese incremento del gasto rural, expresado en parte por el incremento del PEC, ingresó a mediados del sexenio anterior, con Enrique Peña Nieto, en una caída que se ha extendido hasta la actualidad.

Tanto en valores nominales, como en valores reales el PEC ha presentado (pérdida acumulada) desde el 2015 y hasta la actualidad, más de 50 mil millones de pesos. Solamente del 2016 al año 2017 el PEC pasó de 353 mil millones de pesos a 319 mil millones de pesos, aproximadamente. Se observa que a partir del 2015 empieza una fase declinante del PEC, que se sigue hasta el 2022. Con ello se observan 8 años aproximadamente de una caída del PEC.

Ese periodo abarca parte del gobierno de Enrique Peña Nieto y del presidente Manuel López Obrador. Desde antes del inicio del sexenio de AMLO, el análisis permitía argumentar que el incremento del monto del PEC no podría ser exclusivamente el único criterio para su definición dentro de las propuestas que cada año venían presentando el movimiento campesino ante la Cámara de Diputados, ya que era imprescindible la reorientación.

EL PEC PRIVILEGIA UNIDADES MÁS CAPITALIZADAS

 Pero el PEC, aunque, ya en el gobierno de AMLO, registró cambios (asociados a la reorientación) estos no han sido contundentes y hasta la primera mitad de su administración no tenemos una reorientación como tal. Se sigue presentando concentración de los recursos en las unidades más capitalizadas, por su fuerte presencia en el campo político, dado el control que estas tienen sobre los mercados financieros, la comercialización, y el control de la agricultura hacia atrás (venta de maquinaria, equipos, y otros insumos, fertilizantes, semillas etc.) a lo cual se suma que el monto del PEC ha venido disminuyéndose en términos reales.

Considerando el periodo del 2000 al 2022, el monto del PEC para el 2022, con AMLO, muestra la cifra más alta, superior a 365 mil millones de pesos. Pero en términos reales, con base en 2015 (que es cuando se observa un cambio de tendencia en cuanto al valor real del PEC), esa cifra se ve muy castigada por la inflación, sobre todo, la registrada este mismo año del 2022.

 La pérdida acumulada anteriormente señalada del PEC es equivalente por lo menos a que en el 2019, 2020 y 2021 se pudo haber tenido el valor dos veces, en cada uno de esos años, del programa producción para el bienestar, que es uno de los que encierran el potencial para colocar las bases de un cambio en la agricultura, para superar el modelo de la revolución verde y sus expresiones más recientes. En los análisis se sostiene que lo que está en juego es un cambio de paradigma en el manejo del gasto, un cambio profundo en su naturaleza, no se trata sólo de un cambio cuantitativo exclusivamente.

 Continuar reproduciendo el PEC como en los sexenios anteriores sólo alimenta la estructura que conlleva las profundas contradicciones que ya conocemos sus consecuencias, como la dependencia alimentaria, al estar expuestos permanentemente a choques externos, la desigualdad, la inflación y el deterioro del ingreso. Si logramos caminar en el sentido aquí expuesto (monto del PEC en términos reales y reorientación), estaríamos desarrollando uno de los tantos ángulos que requiere la transformación rural de la 4T.

 

(*) Doctor en Economía por la Universidad de Chapingo y experto en temas agrarios.

 

 

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