Rafael Galván y la Declaración de Guadalajara
La madrugada de ese 16 de julio, el ejército tomó las instalaciones de CFE para impedir la huelga; sin embargo, con la ocupación de sus centros de trabajo se dio una huelga de hecho, ya que los inexpertos esquiroles enviados por los charros, en lugar de mantener en funcionamiento la industria, dieron lugar a daños a las instalaciones y suspensión del servicio y aún a decesos. Centenares de electricistas fueron despedidos, marcando uno de los episodios más negros de la lucha sindical en México
Por Carlos Guillén Soriano (*)
Del Portal www.frecuencialaboral.com
Hace 45 años, el 16 de julio de 1976, el ejército impidió el ejercicio del derecho de huelga a los trabajadores electricistas que integraban la Tendencia Democrática del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM).
La Tendencia Democrática del SUTERM era la expresión de un sindicalismo democrático con décadas de lucha en defensa de los derechos laborales, ante empresas de electricidad de capital extranjero, y que había integrado la Federación Nacional de Trabajadores de la Industria y Comunicaciones Eléctricas y -a la nacionalización de la industria eléctrica- el Sindicato de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana. Al fusionarse con el cetemista Sindicato Nacional de Electricistas, nació el SUTERM.
El emplazamiento a huelga era la respuesta de los electricistas a los continuos ataques del charrismo contra los trabajadores -que iban desde la negación de trámites laborales hasta el despido- y al cierre de las vías de negociación. La Tendencia Democrática del SUTERM emplazó a huelga que estallaría el 16 de julio a las 18 horas por las siguientes demandas:
- I) Reinstalación de todos los trabajadores despedidos por razones políticas.
- II) Garantía de no intromisión de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en los asuntos internos del SUTERM;
III) Elecciones democráticas con voto directo, universal y secreto para regularizar la vida sindical del SUTERM;
- IV) Cumplimiento de la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, especialmente en lo relativo a la integración inmediata de la industria eléctrica nacionalizada.
La madrugada de ese 16 de julio el ejército tomó las instalaciones de CFE para impedir la huelga. Sin embargo, con la ocupación de sus centros de trabajo se dio una huelga de hecho, ya que la inexperiencia de los esquiroles enviados por los charros, en lugar de mantener en funcionamiento la industria, dio lugar a daños a las instalaciones y suspensión del servicio y aún a decesos. Centenares de electricistas fueron despedidos.
Desde el mismo 16 de julio hubo movilizaciones por todo el país. Sin embargo, la solidaridad fue escasa. Sólo el Sindicato del Personal Académico de la UNAM efectuó un paro de un día el 29 de julio en Ciudad Universitaria y la Federación de Sindicatos Universitarios promovió un paro de dos horas. La mayor parte de la izquierda estaba más entusiasmada en pasarse al terreno electoral y en contar los votos obtenidos por el candidato comunista que participó en las elecciones federales de ese año, que en apoyar al más importante movimiento obrero en mucho tiempo.
Toda la derecha, sus medios de información, los charros y CFE realizaron una intensa campaña contra la Tendencia. El Congreso del Trabajo hizo publicar desplegados contra los electricistas democráticos, firmados por la casi totalidad de los sindicatos y centrales que lo integraban; las excepciones fueron el SME y el Sindicato de Telefonistas. El 26 de julio fue cancelado el CCT de los trabajadores nucleares, integrantes de la TD.
El golpe a la TD abrió las puertas a un retroceso de años para el sindicalismo democrático. Poco tiempo después, vendría el neoliberalismo.
La situación del país hoy requiere de una participación consciente y organizada de los trabajadores, no sólo en la defensa de sus intereses laborales inmediatos, sino en la definición del rumbo nacional. Aspectos de la lucha de la Tendencia Democrática del SUTERM y en general, de la insurgencia obrera de los setentas del siglo pasado, debieran ser tema de estudio y análisis del sindicalismo y del movimiento democrático hoy.
La Declaración de Guadalajara, programa de los obreros en lucha para toda la sociedad, la indispensable independencia política y orgánica del movimiento, la inexistencia de un partido obrero capaz de orientar y dirigir la lucha, la combinación de diversas formas de lucha, la necesidad de la unidad obrera y de ésta con otros sectores, son temas que no hay que olvidar.
(*) Integrante del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear, colaborador voluntario de Frecuencia Laboral y conductor del programa Reloj Checador de Cananea TV.