Aquel Pacto de Zacatecas firmado por AMLO en su campaña
En el actual momento del proceso que lleva la 4T, es imprescindible que el movimiento campesino e indígena promueva una reflexión colectiva, crítica y autocrítica, que aporte propuestas para analizar y diagnosticar alternativas rumbo a las elecciones del 2024 y de la próxima administración federal
La Carta Robada
Por Emilio López Gámez (*)
Especial para Cananea TV
En este espacio de la Carta Robada, en lo que va del sexenio, hemos buscado contribuir al diagnóstico y propuesta en cuanto a la problemática del campo. Ahora en el debate sobre los candidatos a la presidencia de la República, es necesario ir actualizando el diagnóstico y enfocando propuestas encaminadas a avanzar en la 4T, alrededor de los temas que nos preocupan: la construcción de un modelo de desarrollo alternativo al modelo neoliberal, la organización campesina e indígena, su reconocimiento; la construcción de conjunto de políticas públicas rurales como la política agropecuaria, forestal, de pesca y acuacultura; la política agraria, la política alimentaria, la problemática financiera, ambiental, de la educación, la capacitación, la investigación; la realidad de un poder agroalimentario comercial y financiero internacional; la dependencia alimentaria, la soberanía alimentaria; la pobreza, la situación migratoria; la relación trabajo –capital; cambio del régimen político y el papel de la clase campesina y del movimiento campesino en la construcción y definición de los campos del poder ,entre otros.
Un buen punto de partida es recordar que en el documento que el movimiento campesino entregó el 10 abril de 2018 al entonces candidato Andrés Manuel López Obrador, que fue la base para la firma de un pacto, se asentaron las expectativas para la puesta en marcha de un nuevo modelo de Desarrollo alternativo que tenga como ejes: “…la Soberanía Alimentaria; la política de Estado; la reorientación del gasto público hacia las pequeñas unidades de producción; el comercio con una agenda de desarrollo; la Agroecología; la defensa del Territorio, el Ejido, las Comunidades; las Aguas y la Biodiversidad; el Derecho a la Agroalimentación Nutricional y a la vida libre de violencia.”
DESAFÍOS AL CAMPO EN LO QUE RESTA A LA 4T
Algunas reflexiones sobre el papel del movimiento campesino frente al desafío por la construcción de la 4T en lo que resta del periodo de AMLO y para el próximo sexenio. En este momento del proceso que lleva la 4T, es imprescindible que la clase campesina e indígena, el movimiento campesino e indígena retome (como se ha venido exponiendo aquí, en los últimos años, en la Carta Robada) promueva y desarrolle una reflexión colectiva, crítica y autocrítica, que aporte criterios crecientes para analizar, diagnosticar y proponer alternativas rumbo a las elecciones 2024 y del próximo sexenio.
Las luchas campesinas han estado presentes en la historia del país, y sus demandas , aunque no excluyentes, respondieron a prioridades en los diferentes momentos sociopolíticos( que aunque con diferente peso relativo, todos esos momentos forman parte de una única realidad presente) y frente a las diversas políticas públicas para el campo: por el reparto de tierras contra el latifundismo (“la tierra para quien la trabaja”; por el control de los territorios contra el extractivismo depredador; por el control del proceso productivo y el rechazo al poder de los monopolios en todas las fases de la cadena productiva global y nacional.
La lucha por un modelo de organización autónoma y autogestiva contra la corporativización clientelar del Estado; por un modelo productivo sustentable contra el modelo agroindustrial de la revolución verde; la lucha de los mercados regionales, contra el imperio del libre mercado; por la soberanía alimentaria y la pelea contra la política anticampesina neoliberal, etc…
PENDIENTE LA TRANSICIÓN AL POSNEOLIBERALISMO
Toca nuevamente preguntarnos ahora cuáles son nuestras demandas ante los retos que nos plantea esta cuarta transformación, que en sus conceptos centrales declara “el fin del neoliberalismo” y el paso a un posneoliberalismo y por ende un nuevo papel del Estado en la política y la economía del país. Desde la resistencia campesina, no deja de ser desafiante y desconcertante el papel que se debe de jugar, pues el dilema que nos plantea desde las posturas de la izquierda, parece que no puede ser resuelto tan fácilmente.
Es el momento adecuado para reflexionar sobre las expectativas generadas por el triunfo en las urnas en el 2018, con toda una historia añeja heredada de la cultura política y económica priista y de la derecha, y también por el papel del movimiento campesino en ese triunfo, incluida la firma de aquel acuerdo del Plan de Ayala Siglo XXI con AMLO. Y, sobre todo, reflexionar sobre el diagnóstico y las propuestas del próximo mandatario que iniciará su periodo en el 2024.
Hay una importante experiencia del movimiento campesino de aquí al final del camino del presente gobierno 2018-2024, por lo que consideramos imprescindible retomar esa experiencia en la 4T y las principales propuestas actualizadas de la clase campesina y del movimiento campesino e indígena, así como definir aquellas nuevas acciones que tenemos que poner en juego, en el proceso electoral, con la vista al próximo sexenio. Las propuestas del movimiento muestran que es necesario partir de la problemática de la sociedad rural y superar las perspectivas de la burocracia; partir de las necesidades de las principales clases, actores, ejidos y comunidades, actores y asociaciones.
Aquí lo relevante es la estrategia de la clase campesina e indígena y el movimiento en cuanto a las acciones que pensamos debemos poner en marcha para que el movimiento, a partir de la movilización, estén puesta al frente, dado que la situación en el campo exige cambios profundos, que tendremos oportunidad de reflexionar: La pelea contra el poder global alimentario que ya arrancó con AMLO; desarrollar una agricultura que supere el paradigma actual; avanzar en la soberanía alimentaria; la lucha contra la exclusión de la organización campesina e indígena y acabar con las expectativas clientelares y corporativas; modificar radicalmente la política agraria y desmantelar la administración que ha favorecido a las prácticas neoliberales, entre otras.
(*) Doctor en Economía por la Universidad de Chapingo y experto en temas agrarios.
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