La nación, atada a la dependencia financiera
En el caso de la exportación de alimentos, representa la otra cara de la moneda con la desindustrialización, lo que se relaciona directamente con la super-explotación de la fuerza de trabajo en el agro nacional y representa la parte oculta de las riquezas de las grandes empresas de alimentos que se anuncian en México como “éxitos” superavitarios en el comercio de las exportaciones en este rubro
La Carta Robada
Por Emilio López Gámez (*)
Especial para Cananea TV
Jaime Osorio en su libro La teoría marxista de la dependencia (UAM-X), sostiene que México con el patrón de reproducción, (que se instaló en el siglo pasado y que va paralelo con el modelo neoliberal) caracterizado como “…productor de segmentos industriales, maquila, alimentos y materias primas para demandas externas, el capital local manifestó su abandono de la idea de proyectos de desarrollo industrial autónomos e integrales”. Para el autor, México asumió su condición subordinada a las decisiones de los capitales transnacionales y con ello el desarrollo industrial quedó en la prehistoria.
Estamos hablando entonces de varias décadas atrás en las que los grupos privados, de la mano con la estructura política del régimen se subordinaron a los intereses del capital internacional industrial, al capital financiero y agroindustrial. En el caso de la exportación de alimentos, como parte de un patrón de desarrollo con sesgo al exterior, representa la otra cara de la moneda con la desindustrialización, lo que está directamente relacionado con la super-explotación de la fuerza de trabajo en los campos en México; representan la parte oculta de las riquezas de las grandes empresas de alimentos que se anuncian en México como “éxitos” superavitarios en el comercio de la exportación de alimentos. En realidad, Osorio señala que las transferencias de valor al exterior se elevan vía transferencia de las ganancias, en “…tanto el capital extranjero participa de las principales empresas exportadoras ligadas a la producción de agro-alimentos y la minería”
Algunas de las preguntas que cabe hacerse ahora que salen a la luz los impactos de estos procesos, dadas las graves implicaciones que esto tiene para la población mexicana (por ejemplo, en el caso de la situación energética, la electricidad, las compras de hidrocarburos), es ¿por qué los grupos privados han cerrado sus ojos ante el patrón de desarrollo que ellos mismos han contribuido a construir? Ante los deplorables resultados de los proyectos de los que ha sido cómplices, ahora son los primeros en una férrea crítica a la búsqueda de independencia y soberanía que México con el actual gobierno está procesando.
En el caso de la pérdida, lenta pero permanente, del dinamismo de la economía, ¿dónde están los analistas que han perdido la visión de conjunto?; nada dicen del proyecto de desindustrialización, y al parecer nunca se dieron cuenta de lo que estaba pasando; estuvieron apoyando al régimen y el régimen se apoyó en ellos.
EL ESPEJISMO DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO NEOLIBERAL
Argumentan los críticos de la 4T que, por lo menos en los últimos años del periodo neoliberal, hubo poco crecimiento, pero hubo. Pero no se atreven a analizar un poco de historia porque se encontrarían con la debacle que venía y que puede seguir creciendo sino hacemos un alto ya que los signos de la desindustrialización mexicana “… se manifestaron desde la primera mitad de la década de los ochenta cuando los niveles del PIB per cápita cayeron a niveles muy bajos (…) El producto industrial tendió a caer entre el 2003 y el 2014, y nunca alcanzó a estar por encima del 18% del PIB nacional durante ese periodo(…)De manera que el producto industrial quedó por debajo de lo logrado durante el periodo del desarrollo estabilizador” (Cuauhtémoc Calderón y Leticia Hernández, “Cambio Estructural y desindustrialización en México” Panorama Económico, Escuela Superior de Economía, Instituto Politécnico Nacional, vol. 12(23).
Desde esa perspectiva, histórica y estratégica, el Plan Sectorial de Energía 2020-2024, del gobierno federal, está a la altura de las circunstancias que el país requiere, básicamente: “Alcanzar y mantener la autosuficiencia energética sostenible para satisfacer la demanda energética de la población con producción nacional (…) Fortalecer a las empresas productivas del Estado mexicano como garantes de la seguridad y soberanía energética, y palanca del desarrollo nacional…”
En ese Plan se tiene claridad de los antecedentes y del contexto en el que se encuentra México, y retoma parte fundamental y propuesta de los grupos de izquierda que durante décadas han propugnado por la industrialización, que involucra los desafíos que se enfrentan en el caso de la transición energética, lo que, como se señala en el Plan llevará a “…organizar las capacidades científicas, tecnológicas e industriales que sean necesarias para la transición energética de México a lo largo del siglo XXI”.Y para que no hay duda al respecto se señala puntualmente que el Acuerdo de Paris, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, forman parte del programa sectorial.
APREMIANTE REINDUSTRIALIZAR A MÉXICO
Reuniendo los dos argumentos arriba mencionados, es decir, el revertir la desindustrialización y aumentar la generación de energías limpias se incluye en el Plan y que ello se logrará al “… impulsar la ciencia, tecnología e ingeniería para la reindustrialización del país (…) disminuir la dependencia de importaciones y satisfacer la demanda de la economía mexicana con producción nacional (…) así como para aumentar la generación de energía eléctrica, en particular con energías limpias…”
Más allá de la coyuntura y de las reformas en marcha lo que está en juego es que México pueda superar los debates sobre el neo-desarrollismo que ponen al mercado(estructura que asigna los recursos “neutralmente”, supuestamente incontaminada, alejada de intereses) como el espacio principal para el desarrollo económico y al Estado como la estructura que “…crea las oportunidades de inversión para los empresarios privados”, cuando en realidad, los capitales, al poner en el centro la obtención de ganancia favorecen la reproducción del subdesarrollo y han puesto de rodillas al país. Estamos ante la posibilidad de impulsar proyectos de desarrollo con algún grado de autonomía, alentar la generación local del conocimiento y tecnología, romper con el atraso, el subdesarrollo y acabar con la subordinación del Estado a la dinámica de la reproducción dependiente.
(*) Doctor en Economía por la Universidad de Chapingo y experto en temas agrícolas