La Dependencia del Maíz Amarillo, Trampa Neoliberal a Favor de EU

Una mayor producción del grano, mejoraría los ingresos de los campesinos

A principios del actual sexenio se cultivaban 8 millones de hectáreas y se importaban 16 millones de toneladas  de maíz amarillo para atender la demanda de diversos sectores como el industrial, pero esa importación ha aumentado hasta la actualidad a 17 millones ante la necesidad en la producción de los derivados del maíz como almidones, fructosas, colorantes y una gran cantidad de procesos para alimentos, sobre todo, del sector pecuario; ante este escenario, se debe impulsar una mayor producción de este grano que permitiría tener una producción sana y nutritiva, sin riesgos para la salud; más ingresos a los productores, evitar la dependencia del exterior, sobre todo de los EU, y aminorar los efectos inflacionarios por su creciente importación.

La Carta Robada

Por Emilio López Gámez (*)
Especial para Cananea TV

Para el inicio del sexenio actual se cultivaban 8 millones de hectáreas de maíz en México, para una producción aproximada de 27.5 millones de toneladas de la cuales 25 millones eran de maíz blanco y solo 2.5 millones de maíz amarillo.

Hoy, el maíz de grano amarillo es importante en México por la demanda que tiene en el sector pecuario e industrial, importando 17 millones de toneladas al año lo que hace necesario (como una opción, de un grupo de opciones, que hay que explorar) impulsar la reconversión de la producción de maíz blanco a maíz amarillo, lo que le podría generar mejores ingresos al productor, con un precio atractivo del maíz amarillo. Y lo más relevante evitar crisis recurrentes y avanzar en reformas estructurales para el país sin la injerencia norteamericana.

El maíz amarillo y su importancia de primer orden para la economía nacional

La situación en cuanto a la producción e importación de maíz amarillo es un debate viejo. Ante la situación crítica que se había venido presentando con este tema de la importación del maíz amarillo, en el neoliberalismo se habían planteado el problema de la siguiente manera: “En el caso del maíz que es el grano de gran dependencia del exterior hay que tener la precisión de que se refiere a maíz amarillo. Producimos lo suficiente y algo de más de maíz blanco para alimentarnos y la enorme importación de alrededor de ocho millones de toneladas de maíz es maíz amarillo, no es maíz blanco, y el maíz amarillo va para los derivados del maíz: almidones, fructosas, colorantes y una gran cantidad de derivados –por fortuna muchos– para alimentos para el sector pecuario fundamentalmente” (Ejes temáticos para la reforma. Ing. Héctor Padilla Gutiérrez. Foros temáticos para la transformación del campo mexicano. CEDRSSA, 2014).

EVITAR PRESIONES DE TRASNACIONALES

En el anterior diagnóstico se ocultaba los estragos que las crisis recurrentes, durante décadas, generadas por las importaciones de maíz provocaban en la población, sobre todo por su relación con el alto valor de las importaciones, la expulsión del campesinado de la agricultura, y los impactos en la inflación además de la vulnerabilidad de la economía mexicana ante las fuertes presiones de las empresas transnacionales y la supeditación del gobierno mexicano a los intereses norteamericanos.

Digamos que todo lo anterior se observaba como algo que correspondía a la forma de llevar la economía, como algo natural. Los neoliberales en ese contexto se preguntaban: ¿Cuáles de estos alimentos, de estos granos tenemos capacidad de reducir en forma drástica y dónde no hay que hacer gran cosa porque tampoco nos vulnera en gran medida la soberanía nacional? Esto es parte de la tarea.”

Su uso es básico en la actividad pecuaria

A partir de un encuentro de organizaciones, investigadores de Estados Unidos, Canadá y México (Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País. Un México sin maíces transgénicos: hacia una propuesta trinacional. Mayo 2023), realizado en mayo 2023, para tratar el tema de la situación del maíz podemos observar, que en la actualidad, además de la crisis que enfrenta México en cuanto a la importación del maíz amarillo y sus impactos inflacionarios, la situación es más compleja, ya que hay otros aspectos que a diferencia de toda la panorámica a la que nos llevó el TLCAN, afloran ahora con mucha crudeza el poder alimentario global y su fuerza e injerencia en la definición de políticas nacionales como la industrial, la eléctrica, el fenómeno migratorio etc. y se pueden ligar fibrosamente políticas como la agropecuaria y la política alimentaría.

En ese encuentro, “Mercedes López Martínez destacó que el Decreto presidencial publicado en febrero de este año, que prohíbe directamente el uso de maíz genéticamente modificado para la producción de masa y tortilla, además de la sustitución gradual de su uso en la industria de alimentos y la alimentación animal y del uso, enajenación, distribución, promoción e importación de glifosato, no sólo fue una decisión del gobierno mexicano, es también producto de la organización y lucha de largo aliento de comunidades originarias mesoamericanas, responsables de la inmensa variedad de maíces nativos existentes; de comunidades campesinas, que siguen sembrando milpa y maíz; y de movimientos sociales como la CNSMNHP”.

Además “… resaltó que estamos frente a intereses transnacionales de grandes corporaciones aliadas con gobiernos, que presionan a una nación soberana, centro de origen del maíz, para sembrar e importar maíces transgénicos, por lo cual se convocó a esta conferencia de prensa, con el fin de tender puentes entre México, EEUU y Canadá para lograr una alimentación sana y una agricultura sustentable”

Hace diez años los neoliberales se preguntaban: “No hemos sido capaces de construir una política para producir parte del maíz amarillo que importamos y tendríamos en ese grano el mayor impacto en la reducción de la dependencia alimentaria, porque es el único que importamos ocho millones de toneladas”. Ojo, ahora para el 2022, las compras de maíz amarillo, diez años después, son más del doble, o sea, 17 millones de toneladas.

Y al igual que ha crecido esa dependencia, cada vez ha sido más agudo el impacto en la población la compra de esos maíces y de igual manera la supeditación-subordinación en las relaciones con los Estados Unidos-México, han entorpecido para nuestro país, el proponerse reformas estructurales en muchos campos no sólo en la producción de alimentos , sino en reformas que tienen que ver con las actividades medulares del crecimiento y el desarrollo económico y los cambios políticos, en donde los Estados Unidos mantienen una injerencia perniciosa, directa o indirectamente.

(*) Doctor en Economía por la Universidad de Chapingo y experto en temas agrarios.

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