La alimentación del pueblo antes que los grandes productores
Los críticos de las compras de alimentos pretenden hacer creer que las importaciones son resultado de un presupuesto rural mal manejado; con ello, buscan ocultar que el neoliberalismo exacerbó y desarrolló la dependencia alimentaria, financiera, industrial, científica, siendo los creadores del fenómeno que ahora aparentemente están cuestionando, cuando lo que de fondo buscan es continuar manejando el presupuesto rural al interés de los grandes productores, como en el sexenio pasado
La Carta Robada
Por Emilio López Gámez(*)
Especial de Cananea TV
En su libro, Dos Santos, Theotonio (2002), “teoría de la dependencia. balance y perspectivas”, México, Plaza y Janés, analiza la temática de la teoría del desarrollo, en relación a la problemática de los países de América Latina “…la característica principal de esta literatura era la concepción de desarrollo como la adopción de normas de comportamiento, actitudes y valores identificados con la racionalidad económica moderna, caracterizada por la búsqueda de la máxima productividad …” Fue en ese contexto que: La teoría de la dependencia, que surgió en América Latina en la década de 1960, intentaba explicar las nuevas características del desarrollo socioeconómico de la región.
Recientemente los críticos de la 4T sostienen que la dependencia alimentaria está creciendo y ubican un conjunto de elementos para sostener su crítica. De lo que tratamos en este artículo es analizar algunos de esos argumentos con los que supuestamente proponen “resolver” la dependencia.
Primer argumento y crítica: Los pensadores como Dos Santos y otros en su momento argumentaron (ver obra citada) que alrededor de la dependencia era necesario tener presente lo siguiente: uno, el subdesarrollo está conectado de manera estrecha con la expansión de los países industrializados; dos, el desarrollo y subdesarrollo son aspectos diferentes de un mismo proceso universal; tres, el subdesarrollo no puede ser considerado como primera condición para un proceso evolucionista; cuatro, la dependencia no es sólo un fenómeno externo, sino que se manifiesta también bajo diferentes formas en la estructura interna (social, ideológica y política).
Lo primero que salta a la vista es que la dependencia, en este caso, alimentaria, se puede explicar en el marco del desarrollo y el subdesarrollo, siendo esa relación la que determina la forma en que los países dependientes (eufemísticamente llamados “emergentes”) llevan a cabo sus procesos productivos, de tal suerte que la producción de alimentos está encuadrada en un conjunto de relaciones industriales, comerciales financieras y de interés que determinan los países más poderosos en las relaciones políticas y económicas.
EL TLCAN IMPUSO LA COMPRA DE GRANOS A EUA
Por ejemplo, en la producción de alimentos, desde la firma del TLCAN quedó claro para los intereses de EUA y sus defensores neoliberales en México que, la producción de granos tendría que apoyar los intereses norteamericanos. Reducir la dependencia a solo las importaciones es ocultar la gran estructura que la hace posible.
La dependencia es esa relación de estructuras parciales y total que hace posible que México dependa de los EUA en la compra de semillas, maquinaria, equipo, paquetes tecnológicos, productos elaborados allá, agroquímicos, otros productos industriales, y toda la cantidad de bienes de consumo para las ciudades, bienes muebles, para la industria, para los hogares, automóviles, bienes electrónicos; además de que dependa de los servicios financieros internacionales etc. Desde principios de los 80, las estructuras económicas y los acuerdos comerciales posteriores, llevaron a que México ofreciera (sacrificara) la producción de granos a cambio de ampliar su poderío en la producción de frutas y hortalizas.
Segundo argumento y crítica. Los críticos de las compras de alimentos pretenden hacer creer que las importaciones son simplemente un resultado de un presupuesto rural mal manejado. Con ello buscan ocultar que el neoliberalismo exacerbó y desarrolló la dependencia alimentaria, financiera, industrial, científica; son los creadores del fenómeno que ahora aparentemente están cuestionando, cuando lo que está de fondo es, cómo continuar manejando el presupuesto rural, por ejemplo, para el 2022.
Entre las críticas para argumentar que la dependencia de alimentos crece, los adversarios de la 4T hacen referencia a los recursos que están siendo destinados a los programas que ellos definen como “programas sociales” y por supuesto sin que lo digan, lo que están sosteniendo, en realidad, es que esos recursos deberían estar en programas “productivos” de las grandes unidades de producción que han sido subsidiadas por décadas, a costa de excluir al campesinado y los indígenas de la política agropecuaria y obligarlos a aceptar migajas.
Habiendo sido artífices de ese modelo que nos llevó a ser altamente dependientes en la compra de alimentos, ahora osadamente, sin vergüenza, nos dicen que la dependencia de alimentos crece porque los recursos están en donde no deberían de estar.
DETRACTORES DE LA 4T, AÑORAN SUBSIDIOS POR 70 MMDP
Critican a los programas actuales, pero ¿por qué durante décadas no sugirieron modificar de fondo la estructura de los programas para el campo, que llegaron a profundizar la dependencia alimentaria? Porque, qué paradoja, esos programas fueron precisamente diseñados para eso, para administrar la dependencia global y la de los alimentos en particular.
Con sólo dos programas para el campo (de decenas de programas que controlaron) destinados a las grandes unidades de producción, en el periodo de Enrique Peña Nieto, estas fueron subsidiadas, fácilmente con más de 100 mil millones de pesos. Solo en apoyos a la comercialización tuvieron subsidios por 70 mil millones de pesos.
Tercer argumento y crítica. La crítica de los analistas neoliberales de que después de casi tres años la dependencia alimentaria con la 4t sigue creciendo, oculta los intereses ya señalados. Este fenómeno no es como lo explican y sobre todo como lo disfrazan los críticos. Los datos de producción y las importaciones de trigo, maíz, frijol arroz, sorgo y soya, comparando los dos primeros años de los gobiernos de EPN y de AMLO, favorecen al gobierno de la 4T.
En el caso de las importaciones, las proyecciones han estado sobrestimadas en los últimos años. Y ese podría ser el caso del 2021, cifra en el cual se basan (esa es su “bola de cristal”) para presentar un cuadro catastrófico que no es tal. En el caso de las cifras sobre el consumo nacional aparente, que indican que el consumo sube, muestra que la demanda de los más pobres está creciendo, por lo que los programas sociales sí tienen un efecto positivo en esos estratos y ello demuestra precisamente lo contrario de lo que pretenden refutar.
(*) Doctor en Economía por la Universidad de Chapingo y experto en temas agrarios.