Rafael Galván, Valentín Campa y Rico Galán, Luchadores de la Verdadera Izquierda

La lucha de la verdadera izquierda, sigue…

Entregaron su vida por los trabajadores y las clases populares tanto del campo como la ciudad; rendirles un homenaje no solo en día de muertos sino de manera cotidiana es una forma de honrar su legado para aquellos que hoy deben retomar la verdadera esencia de los movimientos de izquierda en México

 Por Carlos Guillén (*)
Del Portal www.frecuencialaboral.com

 Los trabajadores también debemos ofrendar a nuestros muertos como clase. A aquellos que en vida se dedicaron a luchar por un mundo mejor, en donde el asalariado –a cambio de producir toda la riqueza- recibiera lo necesario para disfrutar de una vida digna para él y su familia, en el que se respetaran sus derechos, tanto en el campo como en la ciudad. Muchos de ellos, murieron precisamente a causa de ese sueño.

Entre los muertos de los trabajadores, están todos aquellos que han luchado por construir un mundo de y para los trabajadores. Personas como Demetrio Vallejo, José Revueltas, Efraín Calderón Lara, Misael Nuñez Acosta, Othón Salazar, Benita Galeana, Ramón Danzós Palomino, entre otros muchos, están entre ellos.

En México, uno de los rasgos más distintivos de la identidad nacional es la visión ante la vida y la muerte. A pesar del bombardeo mercantil para imponer visiones y costumbres ajenas, festividades como el día de muertos se mantienen entre la población.

El Día de Muertos (1 y 2 de noviembre de cada año) es una celebración cuyo origen se remonta a tiempos previos a la invasión española, permite a los mexicanos recordar a quienes ya no comparten esta vida físicamente, pero siguen presentes, no sólo en su visita anual de octubre y noviembre, sino en la memoria y la conciencia colectivas.

Cada familia honra a sus muertos, las poblaciones a aquellos que jugaron un papel importante en sus comunidades, por sus pensamientos y acciones de beneficio común, ya hayan sido materiales o no.

Empero y sin hablar de una fecha especial para celebrar la muerte, hoy queremos recordar en especial a algunos dirigentes que, en distintos momentos y condiciones, dedicaron sus mejores esfuerzos a la lucha proletaria. Por razones de tiempo y espacio, hoy sólo nos referimos a tres de ellos: Víctor Rico Galán, Rafael Galván Maldonado y Valentín Campa Salazar.

Víctor Rico Galán

Víctor Rico Galán fue un periodista nacido en la Coruña, España, el 6 de febrero de 1928. Su padre fue un dirigente socialista que sirvió al gobierno republicano. De niño, fue correo de las fuerzas republicanas, transcribiendo mensajes que escuchaba por la radio durante la guerra civil española. También repartía en su pueblo hogazas de pan, mismas que envolvía en hojas de un periódico revolucionario que se distribuía a pesar de las difíciles condiciones, gracias a prácticas como esa.

Rico Galán, periodista de izquierda

A la derrota de la República, su padre, víctima de la persecución, y después el resto de la familia, debió salir del país y viajar hasta México.

Al llegar a Nueva York, con sólo doce años, fue Víctor quien leyó la proclama de los refugiados en lo que fue su primer discurso político. En 1940, su padre recibió la nacionalidad mexicana, lo que de acuerdo a la ley, permitió que también Víctor la recibiera. En los cuarentas, estudió en la Escuela Nacional de Economía y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Como ocurrió con muchos jóvenes en América Latina, el triunfo de la Revolución Cubana influyó en su pensamiento y motivó la acción. Entre 1959 y 1967 la evolución política personal de Rico Galán siguió en muchos aspectos un camino paralelo al de la revolución cubana. Lo mismo en su tránsito de la democracia y el nacionalismo pequeño burgués al socialismo, en su crítica de las aberraciones teóricas y políticas del estalinismo como el pacifismo a ultranza y la política de colaboración de clases que sustentaban la mayoría de los partidos comunistas, o en la adopción del foquismo como estrategia para el desarrollo de la Revolución en Latinoamérica.

La participación política de Rico Galán se dio lo mismo en el Movimiento de Liberación Nacional que en organizaciones de “amigos de Cuba”, país al que viajó en diversas ocasiones, en una de ellas por dos meses. En la isla entrevistó a Fidel Castro y al Che Guevara, con quienes mantuvo desde entonces contacto. Entre otras consecuencias, Rico Galán fue vigilado con especial rigor por la Dirección Federal de Seguridad, la policía política.

Víctor escribió en Siempre!, Sucesos para todos  y  Política , publicaciones donde analizaba aspectos de la vida política nacional e internacional, al lado de periodistas como José Natividad Rosales, Renato Leduc, Alberto Domingo y Manuel Marcué Pardiñas, entre otros.

El 23 de septiembre de 1965, un grupo guerrillero integrado por dirigentes sociales de Chihuahua y encabezado por Arturo Gámiz, atacó el cuartel Madera en esa entidad norteña. Con un fotógrafo, Víctor viajó al lugar de los hechos, de cuya visita resultó el artículo “Chihuahua: de la desesperación a la muerte” publicado en la revista Sucesos para todos.

Conjugó sus actividades periodísticas con la organización de círculos de estudio y del Movimiento Revolucionario del Pueblo, organización que buscaba la preparación política y militar de sus militantes a fin de transitar por la vía armada a la transformación del país.

Antes de que realizara esa organización cualquier acción guerrillera, el 12 de agosto de 1966, la Dirección Federal de Seguridad lo detuvo, bajo la acusación de incitación a la rebelión, conspiración y acopio de armas.

A fines de 1967 el fracaso de la guerrilla del Che Guevara en Bolivia lo hizo comenzar una autocrítica sistemática de sus concepciones y de sus actitudes pasadas. El mayo francés de 1968 confirmó la crítica. Es entonces cuando asimila plenamente y hace suya la ideología del proletariado revolucionario y cuando pone manos a la obra en la realización de la principal tarea revolucionaria del momento, la construcción del partido comunista proletario.

En la cárcel Víctor Rico escribió el documento Proletariado y Revolución en julio de 1968, lo que marca su paso definitivo al campo del socialismo proletario. Proletariado y revolución, es el resultado de un profundo ejercicio de autocrítica, que fue más allá del discurso.

Se trata de un documento breve escrito en forma de tesis en el que se recapitula sumariamente la tesis marxista sobre el papel revolucionario del proletariado en la sociedad burguesa y frente a ella.

Se refutan los planteamientos de muchas organizaciones que coincidían en negar el papel revolucionario del proletariado, afirmando que se había aburguesado, con lo que se justificaban políticamente, magnificando las posibilidades revolucionarias del campesinado y otros sectores, a la vez que minimizaban las de la clase obrera.

Desde la cárcel, Víctor y sus compañeros organizados como Frente Socialista impulsaron, con la participación de estudiantes activistas, una intensa actividad de organización entre la clase obrera, la que se fortaleció al salir de la cárcel.

En documentos como el mencionado Proletariado y Revolución, La lucha de las masas y la construcción de la vanguardia, Notas sobre el trabajo sindical, ¿Por qué los obreros no se deciden a luchar por el rescate de sus sindicatos? y muchos más, Rico Galán explicaba lo mismo aspectos teóricos de la lucha por el socialismo o las desviaciones de las direcciones de los partidos comunistas y los grupúsculos que proliferaron en esos años, que aspectos prácticos como la necesidad de editar prensa obrera, participar en cada lucha sindical con planteamientos de fondo, pero atendiendo al estado de ánimo y las demandas de los obreros, o el carácter de la Ley Federal del Trabajo.

Víctor hizo una férrea defensa del marxismo como guía para la acción y conducta revolucionaria. Dio un lugar central al estudio de fondo del marxismo como herramienta de análisis y acción y rechazó el uso de manuales. Reivindicó la necesidad capital de formar una vanguardia revolucionaria proletaria con una fuerte preparación teórica. Fue pionero en señalar la importancia de la acción organizativa dentro de las filas del proletariado, lo que algunos reconocían de palabra, pero no lo llevaban a la práctica.

Víctor Rico Galán dedicó sus últimos años –desde la cárcel y al salir de ella el 2 de marzo de 1972, ya con su salud minada- a organizar la lucha obrera por el socialismo y a dar clases en la Escuela Nacional de Economía y en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

El 11 de enero de 1974, falleció Víctor Rico Galán.

 

Rafael Galván Maldonado

El 3 de julio de 1980 murió Rafael Galván dirigente principal de los electricistas democráticos que libraron una de las más importantes luchas de la clase obrera mexicana.

Rafael Galván Maldonado nació en Uruapan, Michoacán, el 7 de noviembre de 1919. Vivió como adolescente los años de las luchas obreras y la presidencia del general Lázaro Cárdenas. Estudió ingeniería mecánica en el Instituto Politécnico Nacional y economía en la UNAM. Muy joven trabajó en Radio Revolución, estación del Partido de la Revolución Mexicana y desde entonces se relacionó con el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Radio del que en 1943, fue designado secretario general.

Rafael Galván y su histórica Tendencia Democrática

En 1951 se incorporó como trabajador de base a la planta La Boquilla, en la presa del mismo nombre en Chihuahua. Creó la Federación Nacional de Trabajadores de la Industria y Comunicaciones Eléctricas (FNTICE), misma que a raíz de la nacionalización de la industria eléctrica en septiembre de 1960, se transformó en el Sindicato de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (STERM).

Participó en otros proyectos sindicales unitarios y en la política institucional, llegando a ser senador priista por Michoacán entre 1964 y 1970.

Hasta 1960, la generación de electricidad en México estaba a cargo de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y de más de 50 empresas de capital extranjero. Los trabajadores electricistas, formaban tres grandes agrupaciones. En el centro del país, estaban en el Sindicato Mexicano de Electricistas. Los demás, con la nacionalización, se dividían entre los que desde décadas atrás estaban en el cetemista Sindicato Nacional de Electricistas, Similares y Conexos (SNESCRM) y los ahora agrupados en el STERM, con larga experiencia de lucha con las empresas extranjeras.

Al integrarse las empresas extranjeras con CFE y con la transformación de la FNTICE en STERM, de inmediato éste firmó contrato colectivo con CFE, con lo que había no solo dos sindicatos, sino dos contratos colectivos en CFE. Se firmó un pacto mediante el cual sindicatos y empresa se comprometían a respetar condiciones y zonas de trabajo y contratos. Pronto los charros cetemistas pronto rompieron el compromiso y demandaron la titularidad del contrato del STERM.

El STERM se defendió con la movilización en jornadas nacionales por la democracia sindical que se realizaban hasta en cuarenta ciudades del país, sumando a numerosos contingentes obreros que despertaban a la lucha por mejorar sus condiciones de vida y por la democracia sindical.

El conflicto cesó, al menos temporalmente, con la unificación de ambos sindicatos que dio lugar, en 1972, al Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana, con Francisco Pérez Ríos (del SNESCRM) como Secretario General y Rafael Galván (del STERM) como Presidente de la Comisión Nacional de Vigilancia y Fiscalización.

Hubo avances en la democracia sindical y se integró un grupo de trabajadores jóvenes, que no eran exactamente obreros industriales, pero que traían consigo formación profesional y la experiencia del movimiento estudiantil: los trabajadores nucleares, que pasaron a formar las Secciones Nucleares del SUTERM.

Las contradicciones entre formas distintas de entender y practicar el sindicalismo llevaron a la formación de una corriente democrática, conocida como Tendencia Democrática del SUTERM (TD). Legó el momento en que la situación interna era ya insostenible a causa de las constantes agresiones de los charros y las represalias laborales a los militantes de la TD. Mientras, buena parte de la izquierda se ocupaba en discusiones ideológicas y en descalificar a la dirección de la TD “por ser nacionalistas” y a Galván por su pasado como senador.

Se emplazó a huelga para el 16 de julio de 1976 por la reinstalación de todos los trabajadores despedidos por razones políticas, garantía plena de no intromisión de la CFE en los asuntos internos del SUTERM; elecciones democráticas con voto directo, universal y secreto y cumplimiento de la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, especialmente en lo relativo a la integración inmediata de la industria eléctrica nacionalizada.

La huelga no llegó a estallar. La madrugada del viernes 16, el ejército tomó los centros de trabajo de electricistas y nucleares e introdujo esquiroles a fin de impedir la democracia sindical. Diez días después, fue cancelado el contrato colectivo que los nucleares habían logrado con su ingreso al SUTERM.

La derrota de los electricistas fue el preámbulo para los topes salariales, la crisis económica, la caída del salario, el deterioro de los sistemas de salud y de la educación. Aun no se llamaba neoliberalismo, pero ya venía.

Para Galván, desde 1940 la contrarrevolución burguesa fue desvirtuando, mediatizando o aniquilando las conquistas populares, por lo que proponía retomar el camino de la Revolución Mexicana.

Lo que Galván entiende como la ideología proletaria de la Revolución Mexicana está expresado en forma de programa en la Declaración de Guadalajara, que no se limitaba a los planteamientos meramente sindicalistas de conquistar la democracia y ya, sino que rebasaba con mucho lo sindical, con propuestas sobre la reorganización democrática del movimiento obrero, la reorientación de las empresas paraestatales, profundas reforma agraria y urbana y la democratización de la enseñanza.

La TD se convirtió en el centro que aglutinaba a muchos movimientos, jugando en los hechos el papel del inexistente y necesario partido obrero.

Para el 15 de septiembre de 1978, Galván señaló que “por un largo trecho los electricistas pagaron el tributo que reclamaba su origen histórico y arrastraron una ideología nacionalista revolucionaria de carácter eminentemente pequeñoburgués que contradice su lucha por la democracia y la independencia sindicales, creaba ilusiones vanas en un estado en el que puede haber corrientes de alianza pero con el que no hay que confundirse jamás y retrasaba la toma de la conciencia proletaria y el enfoque clasista de los problemas. El tránsito hacia el pensamiento proletario autónomo no pudo darse a tiempo ni se ha completado todavía”.

Aunque Galván se planteó la necesidad de liberarse de la ideología nacionalista revolucionaria de la que fue su exponente más avanzado, no logró transitar hacia el pensamiento proletario autónomo. Es una tarea recoger todo lo que de positivo tienen las contribuciones de Rafael Galván y asimilar plenamente la rica experiencia legada por los electricistas democráticos para convertirla en patrimonio colectivo de la clase obrera.

Rafael Galván falleció el 3 de julio de 1980.

 

Valentín Campa Salazar

El 25 de noviembre de 1999 falleció Valentín Campa Salazar, uno de los principales luchadores obreros en México durante el siglo XX. Fue militante y dirigente de los partidos Comunista y Obrero Campesino, participó en la conformación de diversos sindicatos, y junto con Demetrio Vallejo, dirigió el movimiento ferrocarrilero de 1958-59.

Valentín Campa, aquellas luchas ferrocarrileras

Valentín nació en Monterrey, Nuevo León, el 14 de febrero de 1904. Fue testigo de episodios de la revolución mexicana, al vivir con su familia en Torreón, escenario de violentas batallas de porfiristas, maderistas, huertistas, carrancistas y villistas. Cuenta que llegó a participar “con una muchedumbre encabezada por Villa en el saqueo de los almacenes Lozano, que contenían una gran cantidad de productos comestibles”.

Siendo un adolescente, empezó a trabajar como obrero, se relacionó con la llamada Gran Logia Bolchevique de Nuevo León y se integró a las labores sindicales. Fue nombrado miembro de la Dirección del Subconsejo Divisional de la Confederación de Transportes y Comunicaciones.

En 1927 ingresó al Partido Comunista Mexicano (PCM) y participó en la agitación para realizar una gran huelga general ferrocarrilera.

El intenso trabajo de organización de la clase obrera desplegado por el Partido Comunista, logró la formación de la Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM), de cuyo Comité Ejecutivo fue parte, como resultado del trabajo de organización obrera realizado. A la renuncia del secretario general de la CSUM, David Alfaro Siqueiros, Valentín Campa ocupó el puesto.

Participó en el Comité de Defensa Proletaria, antecedente de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), organismo que logró un importante avance en la unidad del sindicalismo mexicano, al agrupar a casi todas las centrales sindicales, así como a los sindicatos de industria, como el ferrocarrilero, el minero metalúrgico y el petrolero.

Como dirigente del PCM en 1940, junto con Hernán Laborde se opuso al asesinato de León Trotsky, lo que llevó a su expulsión del partido. Su trabajo sindical continuó como integrante del comité ejecutivo del sindicato ferrocarrilero, desde donde impulsó la formación de una nueva central sindical, una vez que la CTM, en manos de Fidel Velázquez, abandonó los principios de la lucha obrera para subordinar a la central al presidente en turno.

Como consecuencia, y a fin de facilitar la imposición de un dirigente sindical afín al gobierno en el sindicato ferrocarrilero, en lo que fue conocido como el charrazo y que dio origen de la denominación de charrismo sindical, fue acusado de desvío de recursos y encarcelado por varios años.

Liberado en 1952, fue participó en la formación del Partido Obrero Campesino Mexicano con otros dirigentes expulsados del PCM.

En 1958, el rechazo de Ferrocarriles Nacionales a la demanda de un incremento salarial de 30% para los ferrocarrileros, derivó en un movimiento que llevó a la destitución del comité ejecutivo del sindicato y la elección como secretario general de Demetrio Vallejo. Se acusó a Valentín Campa y otros militantes comunistas de instigar el movimiento a fin de derrocar al gobierno, pues por esos meses, había luchas de trabajadores telegrafistas, del magisterio y petroleros, principalmente, con demandas similares.

Logrado un incremento salarial mejor al ofrecido inicialmente, se emplazó a huelga por mejores condiciones de trabajo, habitación digna para los trabajadores y complemento del aumento salarial. Dos huelgas ferrocarrileras fueron declaradas inexistentes y con el uso de violencia extrema contra los trabajadores, la policía tomó los locales sindicales y encarceló a los principales dirigentes del movimiento. Demetrio Vallejo y Valentín Campa pasaron más de una década en la cárcel.

El movimiento estudiantil popular de 1968, tuvo como una de sus banderas la libertad de los presos políticos, entre ellos Campa y Vallejo. Más allá de los seis puntos del pliego petitorio del movimiento, la lucha por la democracia sindical y otras demandas no propiamente estudiantiles, estuvieron presentes en las brigadas y mítines del movimiento. Fueron parte de la nueva conciencia que se estaba desarrollando.

Campa fue preso político en 12 ocasiones, en las que acumuló 13 años y 11 meses de cárcel. Al salir de la cárcel, regresó al PCM y se integró a las tareas por el reconocimiento legal del partido, que permanecía en una especie de semiclandestinidad. En 1976, Valentín fue postulado por el PCM como candidato presidencial sin registro legal. Posteriormente, ya legalizado el partido, Campa fue diputado federal entre 1979 y 1982.

Hasta su muerte, fue un militante comunista.

A Víctor, a Rafael, a Valentín, a todos sus compañeros y muchos más, nuestro recuerdo y agradecimiento. Pero más que eso, el compromiso por continuar su lucha.

(*) Colaborador del programa Frecuencia Laboral y conductor del programa Reloj Checador de CananeaTV.

http://www.frecuencialaboral.com/PROHIBIDOLVIDARmuertosquevivieronluchando2020.html

 

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