El alcalde, Enrique Vargas, encabezó la protesta a las puertas de Palacio Nacional y se victimizó ante los medios, pero se abstuvo de señalar que en su municipio ejerce una brutal represión contra la comunidad otomí para despojarla de sus tierras
Por Griselda Lozada
Especial de Cananea TV
De entre el grupo de alcaldes que se manifestaron a las puertas de Palacio Nacional exigiendo hablar con el Presidente para evitar recortes a sus presupuestos, sin duda que el de Huixquilucan, Estado de México, Enrique Vargas del Villar, recibió una sopa de su propio chocolate.
Ante las cámaras de televisión se dijo violentado por el gas lacrimógeno que le arruinó su traje de diseñador, adquirido sin apretarse el cinturón gracias al sueldo de más de 80 mil pesos que se autoasignó y los millonarios recursos que al decir de la población han ingresado a su peculio por el despojo de tierras comunales y la autorización de usos de suelo para construir complejos residenciales.
Las lágrimas que aparecieron en las mejillas del presidente municipal panista, fueron sin duda de “cocodrilo azul” y no se comparan en nada con las derramadas por las comunidades otomíes a las que ha desalojado de sus tierras a punta de toletes y metralletas, no solo con el apoyo de las fuerzas policiales, sino al decir de los afectados, de grupos delincuenciales.
Sus pares seguramente ignoran que el presidente de la Asociación Nacional de Alcaldes (ANAC), es experto en pisotear el estado de derecho al ignorar la resolución presidencial de 1943 que dotó de tierras a la comunidad otomí, en el municipio que desde hace dos trienios desgobierna.
DAÑOS A SU TRAJE DE MARCA
Como quedó registrado en los medios, en primera fila y portando una manta donde los ediles solicitaban salvar al municipio, el presidente municipal de Huixquilucan de victimizó mostrando en su traje “las pruebas” del gas lacrimógeno con que fueron disuadidos de forzar y dañar la puerta mariana de Palacio Nacional.
Y si millones de televidentes le compraron el show al edil panista, en su municipio los habitantes de comunidades y colonias populares que han sido agredidos en múltiples ocasiones, no se tragaron el cuento.
La población del ayuntamiento mexiquense donde conviven la opulencia con la extrema pobreza, tiene aún fresca en la memoria el suceso del pasado 4 de mayo en que elementos de seguridad municipal, acompañados de un grupo armado despojaron de un predio de tres hectáreas a una familia en la comunidad de San Román, sin existir resolución judicial alguna.
Vargas del Villar tiene dos varas para aplicar la ley: es implacable con los pobres y en extremo benévolo con los ricos. De hecho, al dueño de una casa antigua asentada en un terreno de 400 metros en la calle de Zaragoza y Juárez, lo despojó del añoso inmueble el 30 de noviembre del 2017, con la excusa de que representaba un riesgo para la gente.
Sin más, golpearon a los inquilinos expulsándolos de su vivienda, colocando los sellos de clausura. Desde entonces, los propietarios buscan que las autoridades del estado les hagan justicia.
VERDUGO DE OTOMÍES
Sus compañeros alcaldes haría bien en preguntar al “victimizado” Vargas del Villar el por qué su gobierno ha acusado de extorsión al representante de la comunidad otomí del municipio, Juan Villegas Mejía, detenido y encarcelado en el penal de Barrientos por agentes de la Fiscalía del Estado de México, el pasado 25 de junio.
Tras su detención en la comunidad de San Francisco Ayotuxco, el líder indígena se enteró que se le acusaba de formar parte del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), pero ante la falta de pruebas fue puesto en libertad.
De forma por demás cínica, el presidente municipal de Huixquilucan lanzó a las puertas de Palacio Nacional, consignas tales como: “somos el pueblo, sin municipios no hay nación”. A lo que en su ayuntamiento, los otomíes le replican: “somos el pueblo, sin comunidades indígenas no hay nación”.
¿Pero quién es este aspirante a actor de tragicomedias políticas?
Enrique Vargas, inició su militancia en el Partido Acción Nacional en el 2004, fue integrante de la Organización Interamericana de Derechos Humanos, y desde el 2016 hasta la fecha es presidente municipal de Huixquilucan, luego de que en la elección del 2018 resultará reelecto.
En 2015 fue calificado por el Consejo General del Instituto Nacional Electoral, como el candidato que más denuncias acumuló por actos anticipados de precampaña y junto con su partido de Acción Nacional, acumuló multas por más de medio millón de pesos.
A decir de los pobladores, a casi cuatro años de su mandato ha arrebatado sus tierras a alrededor de 20 comuneros en San Juan Bautista, Santiago Apóstol, La Coronita San Martín Caballero, del Centro de Huixquilucan, entre otros, en complicidad grupos delictivos comandados por David Moreno Días, alias “El Águila”, personaje que con el apoyo de Vargas se dedica al despojo de propiedades.
Entre los huixquiluquenses, corre el rumor de que el alcalde panista busca la gubernatura del Estado de México, de ahí, su urgencia de obtener más recursos como presidente de la Asociación Nacional de Alcaldes para capitalizar su campaña y seguir beneficiando a grupos empresariales para la construcción de conjuntos residenciales.
Por eso se asumió como el paladín de los 200 alcaldes inconformes, sobre todo del PRD, PAN y PRI, que se dicen despojados de 4 mil millones del Fondo de Seguridad y Obra Pública que le serán retirados del Presupuesto de Egresos 2020.
SUS GASTOS DE PROMOCIÓN
Y mientras la zona tradicional y popular de Huixquilucan enfrenta falta de servicios y seguridad, el edil gusta de promocionarse a un alto costo en los medios nacionales como un ejemplo de la antítesis de la austeridad de la 4T.
El lado oscuro que ni por asomo tocó en sus demandas ante Palacio. Una auditoría a sus gastos de promoción sacaría a la luz infinidad de irregularidades.
En tanto, los golpeados y amedrentados habitantes pobres de Huixquilucan no pueden menos que aplaudir lo ocurrido a Vargas del Villar y comentar en las aceras y esquinas: “¡Gas lacrimógeno al presidente (municipal), para que vea lo que se siente¡”