Berdegué Sacristán, de los foros internacionales a la realidad agrícola del país
A organizaciones agrarias como la UNTA, les preocupa el probable desconocimiento del sector agrícola por parte del diplomático designado para el cargo, ante el reto de cristalizar el planteamiento de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, de cristalizar nuestra soberanía alimentaria que implica un cambio radical al modelo de producción neoliberal que ha pervivido por décadas no solo en México sino a nivel global, dando mayor importancia a la participación de las comunidades indígenas y campesinas, sin las cuales no podrá caminarse hacia una verdadera autosuficiencia
La Carta Robada
Por Emilio López Gámez (*)
Especial para Cananea TV
La Soberanía Alimentaria representa una reforma radical. “Reconoce a la gente y las comunidades locales como agentes centrales en la lucha contra la pobreza y el hambre (…) Demanda autonomía y condiciones objetivas para el uso de los recursos locales, exige la reforma agraria y la propiedad colectiva de los territorios”.
El contenido fundamental de la Soberanía es el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas con la producción de alimentos adecuados, sanos, nutritivos, de calidad, inocuos y saludables. Desde esa perspectiva la problemática que enfrenta la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) para el periodo 2024-2030 no es nada fácil: Álvaro López Ríos, secretario general de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas UNTA, en varias plataformas “…puso en duda la efectividad de Julio Berdegué Sacristán como próximo Secretario de Agricultura (…) pues preocupa el desconocimiento que del sector productivo agrícola tiene el funcionario designado …”
Imprescindible en las instituciones rurales conocer profundamente la situación rural y la problemática de la economía campesina e indígena
El dirigente de la UNTA comentó que el amplio currículum “… académico y diplomático no incluye ninguna actividad relevante en el campo mexicano”. Parte de la problemática es que los programas actuales del gobierno federal, en sí mismos, no han podido resolver los retos del campo mexicano, por ejemplo, “…los precios de garantía son insuficientes para recuperar al campo mexicano del abandono al que se le ha sometido en los últimos años con el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador”.
En diciembre del 2023, Claudia Sheinbaum señaló: “Se trata de que bajo el sistema de libre comercio (…) el Estado siga teniendo un papel fundamental en la vida de la nación (…) que fortalezcamos la soberanía energética y alimentaria …” Ante ello, podemos comentar que es la economía campesina e indígena las que tienen las mejores condiciones para el desarrollo de la soberanía alimentaria.
Desde la perspectiva de las organizaciones campesinas e indígenas Julio Berdegué, tendrá que defender desde la SADER la soberanía alimentaria. Ante Berdegué, el dirigente de la UNTA, comentó que “… la desconfianza se debe a que, aunque es nacido en México, es licenciado en Ciencias de la Agricultura por la Universidad de Arizona y toda su trayectoria ha sido en el ámbito internacional.” Y aunque su curriculum es amplio en el ámbito académico y en instituciones vinculadas a la investigación, no tiene la experiencia necesaria respecto al campo agrícola mexicano y desconoce a los pequeños y medianos productores”.
La producción de alimentos y la soberanía alimentaria en la década de los 80, los 90 y el siglo XXI
De acuerdo a la Vía Campesina en el manifiesto “Soberanía Alimentaria, un manifiesto por el futuro de nuestro planeta. Declaración oficial de la Vía Campesina. Por los 25 años de lucha colectiva por la soberanía alimentaria” Señala que La Soberanía Alimentaria es una filosofía de vida. Los años 80 y 90 fueron una era de expansión capitalista desenfrenada, a un ritmo nunca antes visto en la historia de la humanidad (…). El campo estaba siendo empujado al olvido.
Las comunidades rurales y las formas de vida rurales fueron barridas bajo la alfombra por una nueva ideología que quería convertir a todos en meros consumidores de cosas y en objetos de explotación con fines de lucro. (…) campesinos y las comunidades indígenas de todo el mundo reconocieron la urgente necesidad de una respuesta organizada e internacionalista a esta ideología globalizadora y de libre mercado propagada por los defensores del orden mundial capitalista. La Soberanía Alimentaria se convirtió en una de las expresiones de esta respuesta colectiva.”
Hasta entonces, especialmente en los primeros años del siglo XXI, una idea limitada de “Seguridad Alimentaria” dominaba los círculos de gobernanza y formulación de políticas (…) Si bien reconoció la alimentación como un derecho humano fundamental, no defendió las condiciones objetivas para producir alimentos. ¿Quién produce? ¿Para quién? ¿Cómo? ¿Dónde? Y, ¿Por qué?
Todas estas preguntas estaban ausentes y el foco estaba decididamente puesto en, simplemente, “alimentar a la gente“. Un énfasis manifiesto en la seguridad alimentaria de las personas ignoró las peligrosas consecuencias de la producción industrial de alimentos…” que ahora la soberanía alimentaria puede enfrentar.
La soberanía alimentaria reto de la 4T y de la SADER para el periodo 2024-2030
La Soberanía Alimentaria, como lo señalamos demanda autonomía y condiciones objetivas para el uso de los recursos locales, exige la reforma agraria y la propiedad colectiva de los territorios. La Soberanía Alimentaria; soberanía cuyo contenido fundamental es el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas con la producción de alimentos sanos, nutritivos, de calidad, inocuos y saludables.
El concepto tal y como aparece en la “Ley General de Alimentación adecuada y sostenible” define a la Soberanía alimentaria como: “La capacidad del pueblo de México para establecer libremente las prioridades del país en materia de producción, abasto y acceso a alimentos adecuados para toda la población, con base en la producción nacional e incluyendo la elección de las técnicas y tecnologías que resulten óptimas para garantizar el bienestar de las personas”.
Entonces no se trata simplemente de la producción de alimentos, sino que se tiene que responder a las preguntas: ¿Quién produce? ¿Para quién? ¿Cómo? ¿Dónde? Y, ¿Por qué? Pensar, por lo tanto, que se puede producir alimentos con el tipo de agricultura que han impulsado las grandes empresas transnacionales en las últimas décadas, sería seguir dependiendo de esos intereses. Producir los alimentos ahora en México exige otro paradigma en política agropecuaria que rechace el poder global de los alimentos.
(*) Doctor en Economía por la Universidad de Chapingo y experto en temas agrarios.