El agro mexicano, segregado de la oferta electoral
La producción suficiente de alimentos sanos que impulse el bienestar, sin presiones en las importaciones, a partir de la agroecología y una búsqueda en la reducción de la migración, a través de una mejor distribución de la riqueza, son oportunidades alejadas de las campañas electorales de los partidos; sus dirigentes han sido incapaces de asociar campos problemáticos y dar respuestas
La Carta Robada
Por Emilio López Gámez (*)
Especial para Cananea TV
En su obra Principios de Economía Política y Tributación, David Ricardo (1771-1823) defiende las ventajas del comercio internacional, a través de su concepto de ventajas comparativas, sostiene que los países deben especializarse en aquellos productos en los que tengan más ventajas que otros. Este es el ángulo que más les gusta destacar a los gobiernos defensores del “libre comercio”, pero nada dicen de aquello que también sostiene David Ricardo, que en el análisis del valor de los bienes tiene una gran relevancia la mano de obra. En una nueva visión del mundo las ideas dominantes que subordinan a algunos países, deben revisarse.
El tema fundamental es que enfrentamos una problemática(comercio-alimentos-inflacion-migracion-superexplotación de la fuerza de trabajo) donde la raíz está en la exclusión del campesinado, los indígenas y sus organizaciones de las políticas públicas rurales; destrucción de la propiedad social; problemas de dependencia alimentaria y consecuentemente problemas alimentarios que se vienen repitiendo por décadas, como los que se están registrando en estos momentos, como si no quedara claro que el neoliberalismo debe quedar atrás. La respuesta política de los partidos es inexistente, por ejemplo, y urge una revolución de las ideas.
EL ESPEJISMO DEL COMERCIO INTERNACIONAL
México produce frutas y hortalizas para EEUU y este país produce granos para México. Esto se traduce en beneficios, pero también perjuicios (temas que D. Ricardo no analizó) como los impactos que las ventajas comparativas tenían y tienen en los países que comercian. Perjuicios sobre todo que los especialistas en el comercio internacional ocultan para favorecer a sus intereses.
Por ejemplo, hoy los seguidores de la teoría de Ricardo, no analizan los impactos que esta tiene en la propiedad social en el caso de México (destrucción del ejido sobre todo en los distritos de riego, base de la producción para el comercio internacional) y en sus trabajadores (el papel del trabajo sí lo destaca D. Ricardo, pero los neoliberales lo ocultan, el comercio de alimentos no existiría de no ser por la superexplotación de la fuerza de trabajo). Esa complejidad se ve fragmentada en el manejo de la política agropecuaria del país, y para el manejo de una sociedad compleja como México, se necesita más que las teorías de Ricardo, que aquí tomamos como ejemplo para argumentar el contenido del artículo.
Como escribe Edgar Morín, los desarrollos disciplinarios aportaron ventajas, pero también han traído consigo los inconvenientes de la sobreespecialización de la compartimentación y fragmentación del saber, como por ejemplo acudir a las ideas de Ricardo para leer y explicar la realidad rural mexicana. Por ejemplo, al momento de hablar “exitosamente” de la política agropecuaria sobre la base del comercio internacional (cuando hay superávit, el éxito es para los ricos; y con importaciones caras que los pobres paguen la inflación).
Eso para el caso mexicano presenta graves consecuencias como pretender pensar que la totalidad de los problemas del campo mexicano, se resolverán al acometer con una sola serie de factores (por ejemplo, con la teoría ricardina) la compleja realidad del medio rural mexicano. Problemática compleja que no está plenamente identificada en tanto que los problemas se observan y se tratan por separado, en forma fragmentada, dada la sobreespecialización de las burocracias, las cuales no analizan la realidad multiforme del campo (super-explotacion de la fuerza de trabajo, miseria, discriminación, exclusión, pobreza, migración entre otros.).
El conjunto de ideas con las que se lee la realidad, como las de Ricardo y otras, pueden ser de gran ayuda, pero no son suficientes cuando una sociedad busca una transformación. Se lee la realidad bajo una óptica fragmentada con ideas (que ven separados los problemas) que no resuelven los graves problemas que enfrentamos. Como escribe Morín, “…mientras más progresa la crisis, más progresa la incapacidad de pensar la crisis”. En el espacio político, partidos y gobiernos han sido incapaces de asociar comercio, trabajo, migración y pobreza; hay ceguera para observar lo que está entretejido.
Lograr el cambio estructural rural pondría en su justa dimensión a las relaciones comerciales de los alimentos. David Ricardo no tiene la culpa del desastre que han hecho con su teoría los defensores del “libre comercio”, que se encuentran en todos los gobiernos y partidos. El cambio, partiría de tener presentes a todos los estratos de productores y sobre todo el reconocimiento del campesinado y los indígenas y sus organizaciones como sujetos históricos capaces de construir un programa único y una hegemonía de la 4t; basados en una nueva relación Estado- campesinado, con nuevas reglas en la operación de programas y nuevos mecanismos en el manejo del gasto público que contribuyan a la creación de un modelo de desarrollo alternativo nacional basado en un nuevo paradigma en la producción sana de alimentos y en una estructura agraria lejos de la agricultura industrial.
ORGANIZACIONES CAMPESINAS CONTRA NEOLIBERALES
¿Qué puede ofrecer una nueva visión de este tipo, apoyándose en un nuevo consenso crítico de las organizaciones campesinas y un conjunto de ideas más allá de las neoliberales?: producción suficiente de alimentos, sin presiones en las importaciones, no al nivel en que ahora se están presentando; producción de alimentos sanos, a partir de la agroecología( ahí está un avance en Producción para el Bienestar, por ejemplo); oportunidades para reducir la migración; una mejor distribución de la riqueza( no a la destrucción de ejidos y comunidades); una elevación en los niveles de ingreso; eliminación de la superexplotación de los jornaleros agrícolas y otras muchas más. Estas oportunidades están lejos de las campañas electorales de los partidos. Sus dirigentes han sido incapaces de asociar campos problemáticos y dar respuestas.
Lo que podríamos identificar como el arranque del cambio estructural que el medio rural necesita fue expuesto tanto por el movimiento campesino el 10 de abril en 2018, en Zacatecas, así como por parte de AMLO cuando sostuvo que: “…vamos a impulsar las actividades productivas del campo (…) ya no vamos a comprar en el extranjero, vamos a producir en México todo lo que consumimos. (…) la propiedad social de México es muy fuerte, muy rica, muy poderosa”. Sin duda en la 4T hay que impulsar ideas que pueden hacer la gran diferencia con el neoliberalismo. En la 4T no habrá cambio alguno si los responsables de llevar a cabo las políticas públicas siguen aplicando las mismas ideas que en el neoliberalismo, y si los partidos no tienen propuestas.
(*) Doctor en Economía por la Universidad de Chapingo y experto en temas agrarios.
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