El modelo capitalista permite ganancias excesivas a empresarios
El dato de este fenómeno para México es crucial; la participación del capital y el trabajo en el ingreso nacional indica un abismo: mientras el capital tiene una participación del 60 al 70% del ingreso, el trabajo tiene una del 30 al 40%. Y en las últimas cuatro décadas la aportación del trabajo en el ingreso nacional, ha significado tal caída que ha puesto al capitalismo en una de sus peores crisis, mostrando que el crecimiento del PIB no siempre rompe la inequidad
La Carta Robada
Por Emilio López Gámez (*)
Especial para Cananea TV
Tomas Piketty en su obra El capital, en el siglo XXI, en el análisis de la desigualdad observa a esta como un campo de batalla donde convergen “… ideas sobre la igualdad entre los ciudadanos (…) la confianza en que el crecimiento económico mitiga de manera natural los contrastes entre los más favorecidos y los francamente abandonados…”
Este es un tema central para la 4T, en el Plan Nacional de Desarrollo el mensaje es muy claro, tal y como lo destaca AMLO: “Por el bien de todos, primero los pobres”. A lo largo de los siglos este tema no es fácil de resolver, sobre todo desde que T. Malthus dictaba que para no tener problemas en la distribución del ingreso, habría que controlar la sobrepoblación, habría que suprimir los apoyos a los pobres.
En reciente entrevista con Álvaro Delgado Gómez y Alejandro Páez Varela, Marcelo Ebrard comentaba que, entre otros, hay dos grandes temas, uno es el construir un acuerdo social, pero “… no puede haber acuerdo sino hay igualdad” y compartió algunos datos: México es la principal potencia industrial exportadora de América Latina y tiene cerca de 60 millones de personas en pobreza, y se preguntó “¿Cómo puede ser?” Entonces en alusión a AMLO comentó que, “…lo que está planteando es hacer un cambio”
Piketty comenta que cada país ha respondido de manera diferente a una ley básica del capitalismo, “…según la cual el rendimiento del capital suele ser superior, a veces por mucho, a la tasa de crecimiento de la economía, lo que puede estimular la concentración de la riqueza y agravar la inequidad…”
CRECIENTE INEQUIDAD Y LA CRISIS DEL CAPITALISMO
Y sí, al paso de los años, pero sobre todo con el modelo neoliberal, tanto los estudios de Piketty que abarcan tres siglos y 20 países, así como otros investigadores, muestran que la inequidad y la concentración del ingreso en pocas manos, ha llegado a niveles demasiado graves.
El dato de la desigualdad para México es crucial; la participación del capital y el trabajo en el ingreso nacional, es tremendamente abismal: el capital tiene una participación del 60 al 70% del ingreso nacional, en tanto que, el trabajo tiene una participación del 30 al 40%. En las últimas cuatro décadas la participación del trabajo en el ingreso nacional, ha presentado una caída que ha puesto al capitalismo en una de sus peores crisis. Hoy esa relación en los países desarrollados es al revés.
Observamos, por un lado, al ingreso como la cantidad total de dinero que recibe una persona o una familia y que provienen ya sea del trabajo; por la renta de la propiedad como los alquileres, ganancias del capital, y por las transferencias (programas sociales, etc.) que pueden recibir del gobierno. En tanto que, La distribución del ingreso refleja el estado que presenta un segmento de familias respecto a otros de la población, en función de su participación en el ingreso nacional generado, o se refiere a cómo se distribuye el ingreso de un país entre los distintos segmentos de su población.
Ello nos lleva a relacionar el ingreso nacional de un país, con la distribución del mismo; la pobreza y la desigualdad. Así, la distribución del ingreso nos permite ubicar las condiciones de desigualdad y grados de concentración que presenta una sociedad.
En términos generales los análisis han detectado que la participación (sobre todo disminución) del trabajo en el ingreso, se agudizan en los últimos cuarenta años, sobre todo en los periodos de crisis, por ejemplo, la crisis de la deuda y los ajustes de los 80 y proyectos como el TLCAN. La situación anterior se agudiza en algunos sectores como es el caso del campo mexicano.
De acuerdo a Norma Samaniego B. (En su ensayo “La participación del trabajo en el ingreso nacional. El regreso a un tema olvidado”, publicado Economía UNAM, Vol. 11. Núm. 33) “Las propias economías hoy desarrolladas, como Inglaterra y Francia tenían en los siglos XVIII y XIX aproximadamente al 50% de su población ocupada en el campo, en tanto que hoy esa proporción es inferior al 10% …”.” Aun con ello “En países como Francia e Inglaterra desde fines del siglo XIX, cuando su población rural era aún elevada, la participación del trabajo ya se situaba por arriba del 50%.” Se refiere a la participación en el ingreso nacional.
En la situación actual en México, en pleno siglo XXI, al contrastar con Francia del siglo XIX, la participación del trabajo en el ingreso, en México, está por debajo de aquel porcentaje de Francia del siglo XIX. Esas diferencias son muy agudas al comparar sectores al interior de cada país.
MÉXICO Y SU BAJA PARTICIPACIÓN DEL TRABAJO EN EL INGRESO
Nada justifica que hoy en la agricultura las diferencias, base, entre otras, de la pobreza y la desigualdad, sean tan abrumadoras al momento de comparar sus ingresos con las áreas urbanas. Por ejemplo, actualmente en el medio rural los ingresos por trabajo son inferiores al de las industrias y otros sectores, situación que podríamos analizar en otra Carta Robada. En el ámbito internacional, al comparar a México en la actualidad, la participación del trabajo en el ingreso es inferior al caso de algunos países de América Latina y no se diga de países de Europa.
Como sabemos una forma de representar al PIB son los ingresos nacionales. Uno de los grandes problemas de México es ¿cómo se reparten esos ingresos? El PIB puede crecer. Sí, puede haber crecimiento, pero ¿eso rompe la inequidad? ¿el crecimiento es garantía de una justa distribución?
La crítica de los adversarios a la 4T, al bajo crecimiento del PIB presenta la siguiente paradoja: en tanto que exista un abismo en la distribución del ingreso entre los grupos de la población, entre la participación del trabajo en el ingreso nacional y el capital (beneficio de los empresarios) la demanda agregada tenderá a disminuir.
La baja capacidad de compra de los trabajadores y las repercusiones sobre el crecimiento son evidentes. Como lo señala Samaniego Breach: “La masa salarial es por definición un elemento esencial de la demanda agregada y su depresión prolongada impacta fuertemente la dinámica del crecimiento.”
(*) Doctor en Economía por la Universidad de Chapingo y especialista en temas agrarios.