Vicisitudes de una Mamá Reportera en la Marcha de los Trabajadores del Metro

Fernando Espino encabezó la protesta

Los sindicalizados del Sistema de Transporte Colectivo “Metro”, salieron a manifestarse por las calles del Centro Histórico, con su líder Fernando Espino Arévalo a la cabeza, hasta llegar al Zócalo para exigir 3 mil 500 millones de pesos de presupuesto adicional para la compra urgente de refacciones y mantenimiento de trenes, así como para el otorgamiento del servicio médico que se le ha venido negando; la encargada de cubrir la nota, no tuvo con quién encargar a su pequeña hija y como muchas madres solteras la llevó con ella a trabajar

 Por Karla Balderas (y la pequeña Jovana)
Especial de Cananea TV

Embarradas con bloqueador solar, salimos del pueblo (Ixtapaluca) mi criatura y yo, con rumbo a la CMDX para presenciar la marcha de los trabajadores del Metro. Sí, ser reportera y también madre soltera no es nada fácil, pero ahí la llevamos. Luego de tomar taxi y combi, pudimos llegar al metro Zaragoza.

Teníamos que cambiar el billete para poder poner la cantidad exacta en las máquinas que recargan la tarjeta de movilidad, porque esas maquinitas no dan cambio y antes de tener que soportar el mal trato y la prepotencia que brindan las señoritas taquilleras en todas las estaciones del Sistema de Transporte Colectivo, –con sus contadísimas excepciones–, preferí gastar innecesariamente en la tiendita que está al lado de la taquilla, honestamente, no tenía tiempo para pelear con ellas.

Mamá reportera en Metro y rumbo a cubrir la nota

En el andén, nos encontramos a un grupo de 3 mujeres vestidas con blusas blancas y un moñito naranja en su lado izquierdo, asumí que iban a sumarse al contingente y las abordé para conseguir información, la cual no brindaron, pero por lo menos se preocuparon por la integridad física de mi retoño al llegar a la marcha. ¿Sororidad? ¿Empatía de madres?, no lo sé.

Parecerá curioso, o tal vez no, pero muchísimas de las personas que llegamos a Delicias para atestiguar o ser parte de la manifestación, llegamos en Metro. Por lo menos el 70% de las personas que viajábamos en el convoy íbamos con la misma intención.

Por las escaleras de la estación Salto del Agua de la línea 1, la rosa, desfilaban interminables marejadas de playeras o blusas blancas, cubrebocas con la portada de la tarjeta de movilidad, algunos carteles con consignas, gorras y moñitos, representando el color del metro: naranja.

Aunque la cita era a las 15:30, los trabajadores y trabajadoras de todas las áreas que integran el Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, comenzaron a concentrarse frente a las Oficinas centrales, sobre la calle de Delicias, antes de las 3 de la tarde. Nosotras nos integramos al contingente alrededor de las 15:10 y en ese momento, llegar a la entrada principal de las oficinas o pretender acercarse a quienes portaban el megáfono o a los dirigentes del sindicato, significó una batalla de empujones y codazos que la cabecita de mi pequeña tuvo que soportar.

Y así pasaron los minutos, dieron las 15:30, las 16 horas y aun no dejábamos Delicias, no fue sino hasta las 16:20 que la manifestación comenzó a movilizarse. Un contingente muy nutrido de varios miles de personas caminó para exigir el cumplimiento de sus conquistas ganadas con anterioridad.

La calle de Delicias, al tope

Las seccionales del sindicato evidenciaban su presencia por la cantidad de gritos, las más masivas fueron las seccionales IX y X, que al oírse nombradas por la persona del megáfono, desgarraban sus gargantas a una sola voz.

El ambiente era muy familiar, no sólo mi personita iba en la marcha, había muchos niños de brazos, se veían carreolas, manitas que se aferraba a las manos de sus mamás porque sus pasos no eran seguros, niños más grandes, familias completas, muchas de esas familias eran integradas en su totalidad por trabajadores del metro: abuelos, hijos, nietos.

Las consignas eran evidentes, se plantearon desde el 8 de febrero a través de un comunicado y desde antes de esa fecha mediante hojas que eran visibles en las estaciones y vagones del metro: la urgente necesidad de refacciones para los trenes, así como medicamento y médicos especialistas para atender las afecciones de salud de los trabajadores y sus familias.

Avanzamos por Luis Moya, pasamos frente al teatro Metropolitan y ahí experimenté una realidad alterna: uno de los interlocutores hizo mención de las señoritas taquilleras, “son ellas quienes dan la cara por todos nosotros, las que sufren el maltrato de los usuarios y aún así ejercen amablemente su trabajo”, dijo.

Una grosería, de esas que no deben escuchar los niños, se anudó en lo más profundo de mi indignado ser, y solo atiné a decirle a mi criatura: parece que vivimos en mundos diferentes. Asintió.

Y es que no es por menospreciar el trabajo de todas las personas que laboran dentro de la empresa de movilidad más grande de la Ciudad de México, pero no es un secreto para nadie que las taquilleras son muy groseras con los usuarios. O pocos amables para no caer en violencia de género.

Les niegan el servicio médico a los sindicalizados

El contingente llegó al Zócalo, encabezado por su líder a pruebas de vaivenes políticos y cambios sexenales, Fernando Espino Arévalo. Participaron con sus testimonios algunos trabajadores y ex trabajadores, que resaltaron la importancia de esta “vena aorta” de la ciudad de México, y dieron al usuario la valía que merece al reconocerlo como “su verdadero jefe”.

Sin tener respuesta de las autoridades, los dirigentes mencionaron que esta “no sería la última marcha, ni la última vez que nos reuniremos para exigir nuestros derechos”.

Si bien el metro se ha quedado atrás ante la nueva realidad que implica la movilización de millones de personas todos los días, no podemos negar que es la herramienta más importante que tenemos quienes ocupamos trasladarnos por la ciudad.

Por eso su sindicato reitero su petición de que se le alleguen más recursos; de manera inmediata un presupuesto adicional por 3 mil 500 millones de pesos para comprar refacciones y dar urgente mantenimiento a los trenes; esos gusanos naranjas escleróticos que se arrastran por las vías de puro milagro, pues 66 de ellos llevan más de dos millones de kilómetros recorridos.

También trabajadores y líderes reiteraron su petición de la restauración de su servicio médico, a la vez que lanzaban la consigna: “¡Usuario, amigo, te queremos vivo”.

Y la verdad es que todos necesitamos del consabido Metro pues ya sea por razones de ocio o trabajo, cinco pesos nos llevan a cualquier lado y si las autoridades permiten que el sistema colpse, el usuario, las empresas y el gobierno se verán afectados de formas alarmantes. Y sin Metro…¡a fregarnos todos¡

 

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