Para los políticos solo importa el centro de la ciudad
Gobiernos de diversos partidos van y vienen sin que ocurra un cambio en las comunidades, continuando con su rezago histórico que lacera y lastima a la población que se haya en condiciones de pobreza extrema
Por Luis Zamora Calzada (*)
Especial para Cananea TV
Las mentiras, engaños, promesas incumplidas de aspirantes y candidatos en su momento, ha sido una constante en épocas electorales, lo inentendible de este fenómeno radica en que las mismas personas hagan lo mismo cada tres años y ocurra, que la misma gente, de los mismos lugares, les sigan creyendo.
Desde diferentes posturas e interpretaciones, se asegura que no se puede tropezar con la misma piedra, sin embargo, en las poblaciones más rezagadas del país, del Estado de México y en particular del Municipio de Toluca, esta regla no escrita se repite una y muchas veces, sin que ocurra ninguna transformación en las comunidades, continuando con el rezago histórico que lacera y lastima a la población en condiciones de pobreza extrema, a manera de ejemplo, el siguiente escrito de hace veinte años, signado por los entonces delegados municipales, quienes retratan una realidad que continúa en las mismas condiciones.
“Desde hace muchos años la parte norte de Toluca en la que habitan pobladores de origen otomí: San Cristóbal Huichochitlán, San Andrés Cuexcontitlán, San Pablo Autopan y Tlachaloya, han sufrido el desdén de las distintas esferas de la administración pública, las administraciones municipales se han preocupado por embellecer la Ciudad Capital con obras suntuosas, y a veces innecesarias, olvidándose que en estas zonas los caminos son intransitables, las casas aun no tienen piso firme, muchas de ellas no tienen luz eléctrica, agua potable o drenaje.
Los espacios educativos, deportivos y de cultura se encuentran concentrados dentro del área urbana, mientras que en los extensos parajes otomíes apenas se vislumbran raquíticas escuelas de nivel básico, sin contar con una biblioteca que incite a la lectura.
En el aspecto político, las distintas agrupaciones políticas han visto a esta zona como su mayor aportación de votos, pero nunca han brindado espacios de participación política, ningún presidente municipal, ningún diputado ha salido de esta zona que es la más poblada del Municipio.
La falta de fuentes de trabajo obliga a los pobladores de esta zona otomí a desplazarse a las grandes urbes como el Distrito Federal o aún más grave, la emigración a ciudades del vecino país del norte, pues el nivel de vida no alcanza a cubrir las necesidades primordiales de las familias, a pesar de ello, los otomíes nos resistimos a dejar nuestras costumbres y aunque estamos lejos año con año, regresamos a nuestras tierras, principalmente en época de cultivo.
Es inconcebible que a pesar de estar tan cerca del centro de la capital, estos pueblos se debatan en el más lacerante atraso y subdesarrollo, que en nada se compara con la infraestructura desarrollada de los pueblos del sur como Capultitlán, Cacalomacán, San Felipe Tlalmimilolpan, por citar algunos.
Esta es una muestra de la marginación, discriminación que las autoridades tienen para con esta zona, a pesar de la riqueza artesanal y cultural que solo sirve para adornar discursos y programas sociales que nunca llegan a quienes verdaderamente lo necesitan. Ello se ve más agravado por la inmensa burocratización de las dependencias administrativas, encargadas de procurar la justicia y el bienestar social.
Por ello, nuestras comunidades, hartas del desprecio y el desdén de las distintas administraciones, hemos decidido iniciar la lucha que nos lleve a lograr nuestra autodeterminación y autonomía, conscientes de que compartimos un origen y un destino común, sabedores de que nos identifica una raíz indígena que es la más importante del estado.
Queremos dejar de ser ese pueblo que nada ha poseído y que ha sido discriminado y rezagado por los habitantes descendientes de libaneses, alemanes, franceses y gachupines que poblaron la ciudad capital durante la colonia y que se han enquistado en el poder desde entonces.
No estamos dispuestos a seguir siendo utilizados como botín político, regalando nuestro voto para que otros amasen considerable fortuna y se erijan como representantes de un pueblo al que nunca regresan y del que desconocen su historia, su origen, sus costumbres y problemática, queremos tener auténticos representantes, nacidos en el corazón de la tierra otomí…”.
Efectivamente, pobreza como sinónimo de voto comprado con despensas, utilitarios, acarreos en la jornada electoral, probables pagos que nunca cambiaran la condición en que se debate la gente con escasas oportunidades escolares, económicas y sociales, lo que no puede continuar y no se puede permitir.
Por cierto, hace dos administraciones se nombró a un presidente municipal surgido de estas comunidades, abanderado por el partido oficial dominante en ese momento, razón por la que respondió a los intereses de sus patrones, no a la idiosincrasia de la población otomí que se sintió traicionada y humillada, que no daba crédito a la actuación generada.
La ganancia del magisterio
El tema educativo subió al escenario nacional la semana anterior con temas muy delicados, uno cuestionable, el oficio signado por la Secretaria de Educación federal, respecto a la reducción de plazas en las oficinas centrales de la administración educativa federal, de ocurrir, se avecina una andanada de demandas laborales y una serie de reacciones perturbadoras del ambiente electoral que se avecina.
Un tema más para la discusión, el regreso a clases presenciales en lo que resta del ciclo escolar 2020-2021, seguramente el probable rebrote de la pandemia parará de tajo la pretensión presidencial, recuerde que recientemente padres de familia de Chiapas se opusieron al regreso de sus hijos a las aulas.
El Sindicato Unificado de Maestros y Académicos del Estado de México (SUMAEM), al respecto, ratifica que si los maestros no han recibido las dos dosis de la vacuna contra el COVID-19, no pueden regresar a las aulas.
(*) Secretario General del SUMAEM
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