Un recordatorio para toda la humanidad
El pasado 6 de agosto se cumplieron 75 años de la explosión atómica en la ciudad japonesa de Hiroshima, los trabajadores nucleares de México rechazan todo uso bélico de la ciencia y tecnología para que la investigación científica y el desarrollo tecnológico, sean puestos al servicio de la humanidad, siendo respetuosos del mundo en que vivimos.
Por Carlos Guillen
Especial para Cananea TV
Little Boy (en español: Niñito o Niño Pequeño) fue el nombre dado a la bomba atómica lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Fue arrojada desde el bombardero estadounidense B-29 Enola Gay, pilotado por el teniente coronel Paul Tibbets, desde unos 10 mil 450 m de altura.
La bomba explotó a las 8:15:45 AM, a una altitud de 600 m sobre la ciudad japonesa, matando aproximadamente a 140 000 personas. El 15 de agosto, Japón anunció su rendición incondicional frente a los Aliados, concluyendo la Guerra del Pacífico y por tanto la Segunda Guerra Mundial.
La Unión Soviética había derrotado ya a Alemania, y Japón estaba ya solo, su rendición no estaba lejana y no eran necesarias las bombas atómicas. Su uso fue para amenazar a la URSS y para mostrar al mundo a qué se exponía quien se opusiera al nuevo esquema mundial de dominación.
Así conoció el mundo la energía nuclear. Así, como otras veces se había hecho, se usó el conocimiento científico para la destrucción. Hoy que se impone nuevamente la agresión y se lleva la guerra a todos los rincones del mundo, los trabajadores nucleares rechazamos todo uso bélico de la ciencia y la tecnología y reiteramos que la investigación científica y el desarrollo tecnológico, deben ser puestos al servicio de la humanidad y deben ser respetuosos del mundo en que vivimos.
La energía nuclear tiene una gran cantidad de usos pacíficos, hay aplicaciones en salud, en agricultura, en la industria, en el manejo de desechos peligrosos y aun en el cuidado del medio ambiente. En materia de energía, es una opción por sus ventajas en términos económicos, de preservación del ambiente y seguridad, principalmente.
Para poner la energía nuclear –y en general la ciencia y la tecnología– al servicio del hombre se requieren grandes recursos y una política científica adecuada. Sin embargo en nuestro país, a pesar de que el Congreso de la Unión aprobó hace años incrementar el gasto científico hasta 1% del PIB, la realidad es que éste apenas roza el 0.4%. Así no se puede hacer ciencia.
En las instituciones de investigación reclamamos que así como se ha incrementado el gasto a las fuerzas armadas, se incremente también para la ciencia, para la vida.