El acuerdo comercial y la pobreza en el agro mexicano
Existe una profunda preocupación por el control que puedan desarrollar las grandes empresas transnacionales en semillas, amenazando los esquemas que tienen más de 4 millones de unidades de producción campesinas e indígenas en México que estarían bajo su dominio; no debe olvidarse que nuestro país ha sido el perdedor en los intercambios agrícolas, sobre todo en el caso de los granos como se ha demostrado en los últimos años
La Carta Robada
Por Emilio López Gámez (*)
Especial para Cananea TV
Cuando uno lee México Bárbaro de John Kenneth Turner; Resistencia y Utopía, de Antonio García de León; o Año 501: La Conquista Continúa, de Noam Chomsky, queda claro que si uno tiene presente la situación actual de los sujetos del medio rural, la violencia, de muchas formas, que se ha ejercido en América Latina y en México, en particular contra el campesinado, los indígenas y los jornaleros, no es sólo un asunto de historia.
Una noticia que se divulgó hace un año, en el contexto de la aplicación de aranceles al acero mexicano por parte de EUA, temática que iba en paralelo con las negociaciones del hoy T- MEC y migración fue: “El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, celebró a través de Twitter, que dentro del acuerdo alcanzado el día de ayer, México se comprometió a comprar de inmediato grandes cantidades de productos agrícolas, a productores del vecino país del norte.”(Poder informativo, 8 de junio de 2019).
Días después, en la mañanera, Marcelo Ebrard comentó que eso no fue a lo que se comprometió el equipo de México. Estaba respondiendo a una pregunta: “… que explicara lo de los productos agrícolas a que se refiere el Presidente Trump.”
Marcelo Ebrard respondió en aquel contexto de presión arancelaria de parte de los EE.UU. contra México, que de aplicarse aranceles se vendría abajo el PIB de México. “Las exportaciones caerían (…), pero igualmente las importaciones. La más importante importación mexicana, o una de las más importantes, son granos de Estados Unidos…”. También agregó que si los aranceles crecían, entonces los impactos serían mayores (habría desempleo).
El canciller siguió con la respuesta: “Entonces, al momento de no aplicarse las tarifas, me supongo yo que él (Trump) está calculando que entonces va a ser un impulso un poco mayor al crecimiento económico y que eso también va a aumentar nuestras importaciones, entre otras, de granos. Es lo que yo pienso que está él diciendo, pero no tenemos un acuerdo específico sobre productos de esa naturaleza.”
LA DEFENSA DE 4 MILLONES DE UNIDADES DE PRODUCCIÓN
Una vez firmado el T-MEC existe una profunda preocupación de que la dependencia alimentaria en granos por parte de México aumente, además del control que puedan desarrollar las grandes empresas transnacionales en semillas. Ello destrozaría los esquemas de producción que tienen más de 4 millones de unidades de producción, campesinas e indígenas en México, que estarían bajo el dominio de las firmas extranjeras.
Ante ello podemos comentar: vale decir que México ha sido un perdedor en los intercambios comerciales, sobre todo en el caso de los granos como se ha demostrado en los últimos años.
Ese supuesto libre comercio ha mandado a la ruina y empobrecidos a millones de campesinos y sus familias, obligándolos también a la migración interna y externa. Fenómeno que paradójicamente estaba y está asociado al comportamiento de la economía mexicana. De hecho, con aquella presión arancelaria de los EU, uno de los impactos sería el crecimiento del desempleo y por supuesto la migración.
Hasta hoy el neoliberalismo no ha tenido respuesta ante la necesidad de las organizaciones campesinas por avanzar hacia la autosuficiencia y soberanía alimentarias y seguimos siendo presas de esos intereses ante los EUA.
Ejemplo de ello, es el debate actual en el terreno legislativo sobre el control de las semillas. Esto es más poderoso que la corrupción si se considera que en el marco de un modelo comercial se atenta contra los campesinos e indígenas; en la medida en que las importaciones crezcan y no produzcamos en el país esos granos, se agudizaría la migración. Y ese no puede ser un juego que nos favorezca.
MOVIMIENTOS SOCIALES Y AUTOSUFICIENCIA
Es cierto, en la medida en que la economía crezca también crecen las importaciones, pero estas se podrían reducir en cuanto esa producción la llevemos a cabo en México; por lo cual, tenemos que caminar a pasos agigantados activando a las pequeñas agriculturas del país, reconociendo a las organizaciones campesinas, pero sobre todo, al movimiento social rural y urbano, capaces de actuar para producir todos los alimentos que el país necesita.
Tenía razón Ebrard cuando comentó que lo que posiblemente estaba pensando Trump al hacer su comentario en la red, no era lo que se estaba negociando. Pero debe observarse lo que pasa con la economía y cómo lo habían fraguado (los ganadores) desde el TLCAN, para que México fuera importador de granos. Y podría seguir sucediendo así con el T-MEC (y como se ve esa es una aspiración de Trump y los productores de granos de los EE.UU., a los cuales dirigió su comentario).
Pero la situación es más grave: importaciones y control de semillas no es sólo un tema comercial y de negocios, es marcar con el despotismo al campesinado y a los indígenas; es también violencia, que entre otros efectos, producen más víctimas y generan migración, por ejemplo.
El presidente ha declarado la defensa de la producción de granos, pero en cuanto a la política agropecuaria algunos de sus funcionarios parecen olvidar el compromiso que hizo el 10 de abril del 2018, en campaña. Es por ello relevante confrontar las visiones y estrategias que socavan al campo, apoyando las acciones del movimiento social.
México puede tener una política agropecuaria, forestal, pesquera y acuícola independiente. Pero tiene que quedar claro para el aparato burocrático que para el país ese no es un objetivo subyacente; porque los campesinos y los indígenas defenderán su producción interna.
(*) Economista y Doctor por la Universidad de Chapingo, especialista en temas agrícolas